Los jugadores del Mallorca se disculpan ante los aficionados bermellones por la goleada sufrida en Pasarón que suponía la eliminación de la Copa del Rey. | Jose Manuel Alvarez / JAR Sport

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La Copa del Rey y su dulce aroma le han dejado esta vez una desagradable resaca al Mallorca de Jagoba Arrasate. El equipo bermellón, que venía de pelear por el título y de esquivar las primeras rondas del torneo gracias a su condición de subcampeón, recibió un crudo baño de realidad en Pontevedra, en un partido infame del que no se puede salvar nada y frente a un rival situado tres peldaños por debajo en las escaleras del fútbol español, en Segunda RFEF. Nunca había caído en la competición frente a un adversario incrustado en una categoría tan inferior.

Al Mallorca, que llevaba dos años sin perder un partido de Copa y cinco sin caer eliminado a manos de un conjunto de rango menor, se le indigestaron los turrones navideños en Pasarón, donde fue superado de principio a fin y apenas tuvo respuestas. La derrota, además de mostrar una grietas que apenas se habían visto entre la defensa, señala de manera especial a muchos de los futbolista de la segunda unidad, que lejos de aprovechar la oportunidad que les brindaban el técnico y la eliminatoria, demostraron que aunque en la plantilla hay mucha cantidad en muchas zonas la calidad está muy limitada.

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El Pontevedra se desmarcó el viernes como el equipo que más daño le ha hecho al Mallorca esta temporada aparte del Barça. El conjunto de Arrasate, que ya se ha cruzado con todos los equipos de Primera División en la primera mitad del curso, solo había recibido más de dos goles en contra ante la escuadra que dirige Hansi Flick, que le pasó por encima en Son Moix (1-5) y solo los azulgranas y el Celta le habían superado por más de un tanto de diferencia. En Copa no sufría una derrota tan abultada desde 2013, cuando le goleó el Alcorcón (1-4).

La goleada de Pontevedra escuece por todo lo que había significado la Copa en los últimos meses y porque se produce en un momento especial y de máxima ilusión por la participación, más de veinte años después, en la Supercopa de España. Esa es ahora la terapia a la que quiere agarrarse al Mallorca para minimizar los daños de su abrupta salida del torneo que más le gusta. Jagoba confía en recomponer cuanto antes el estado de ánimo de sus jugadores y que el batacazo de Pasarón no les afecte en Yeda, donde instalará su cuartel general a partir de este martes.