En la sala de prensa de Flushing Meadows, en donde fue aplaudido, Ferrer justificó su abandono ante Nadal por una lesión en el sóleo de la pierna izquierda, zona en la que notó varios tirones musculares, cerca del tendón de aquiles, durante el partido contra el número uno.
«Estoy un poco triste, estaba jugando bien e incluso ganaba en el segundo set», comentó Ferrer, que ha hecho un primer balance de su carrera en lo que ha sido su último Grand Slam, uno de esos cinco grandes torneos del circuito que jamás logró conquistar pese a su regularidad y alto nivel durante años, que le llevó a ser el número 3 hace diez años.
«Pero soy un hombre con suerte», comentó Ferrer, que pudo decir adiós a un gran torneo con su mujer y su hijo. «Ahora necesito descansar tres o cuatro de meses y finalizar mi carrera con mi gente y mi familia».
Ferrer promete volver la próxima temporada, pero ahora quiere escoger los torneos, en Buenos Aires y Acapulco, antes de retirarse rodeado de su gente en España, probablemente en Madrid y Barcelona, apuntó.
«Estoy orgulloso de haberlo dado todo, hasta la última gota», dijo el alicantino, que admitió «no tener ya fuerza» para seguir al más alto nivel: «No es que no quiera, es que no puedo», dijo en la sala de prensa de Flushing Meadows a sus 36 años.
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