El turismo rural también experimentó un aumento significativo, con muchos viajeros buscando una experiencia más auténtica y alejada del bullicio de las playas que ya conocemos los isleños.
Las salidas han tenido más duración y ya son a destinos más lejanos, aunque han prevalecido destinos europeos, con la excepción de EE.UU. por los vuelos directos que han facilitado los desplazamientos y no perder tanto tiempo en conexiones.
Nos enfrentamos a retos en el mercado emisor importantes, la digitalización para las empresas y la compra online por parte de los clientes, la búsqueda por parte del isleño de experiencias nuevas e interesantes, al aumento de precios de las compañías aéreas y a las trabas propias de la «insularidad».
En cuanto al mercado receptivo, han recuperado casi al 100% su actividad, dependiendo del mercado de origen con el que operan. Los DMC que operan por lo general con mercados emisores europeos, con la excepción del ruso y ucraniano obviamente, sí la han recuperado mientras que los que gestionan clientes de mercados emisores extracomunitarios han tenido, y tienen, muchas más dificultades.
Clientes del centro de Europa, Alemania, Suiza, Austria, escandinavos (Suecia, Dinamarca o Finlandia) y algunos de los países del este de Europa como Polonia o la Republica Checa fueron los más rápidos en reaccionar a la apertura de las fronteras. Reino Unido, uno de los mayores emisores hacia España, tardó más tiempo y, como mencionamos más arriba, los países extracomunitarios tuvieron las puertas cerradas durante más tiempo.
Las agencias receptivas se enfrentan a una demanda más flexible en todos los aspectos, duración de la estancia, régimen alimenticio (desde solo alojamiento al todo incluido), alojamientos y experiencias más genuinos, menos masificados, con mayor foco en lo local y mayor preocupación por la sostenibilidad. Y el uso de las redes sociales y las apps como el mejor consejero en destino.
Como problema, nos enfrentamos a la oferta paralela, y en muchos casos ilegal, de alojamiento; la creciente demanda de poner limitaciones en algunos destinos al número de turistas, que está generando normas absurdas en algunos casos; el brutal incremento de costes en el transporte terrestre; las grandes plataformas globales de venta de servicios en destino (actividades, traslados, alquiler de coches).
Aún así podemos clasificar la temporada 2022 de buena y por las previsiones con las que contamos a día de hoy, una recuperación prácticamente total tanto en el mercado emisor como receptivo exceptuando siempre las zonas que a día de hoy continúan en guerra, para el 2023.