Silvia y Jaume frente a su tienda.

La historia de Chocolates Maüa es una historia de pasión, solidaridad y amor. La de Jaume, un joven ingeniero agrónomo mallorquín que viaja como voluntario de una ONG a varios países hasta que finalmente, llega a Nicaragua. Allí, descubrió el cacao y conoció a Silvia, su pareja, y empezó todo. La crisis política y económica sufrida en Nicaragua les impulsó a regresar a Mallorca. En la isla, la pandemia fue el inicio de la aventura de Chocolates Maüa en 2020.

El conocimiento del producto y su elaboración fueron determinantes. Una pequeña producción inicial destinada a amigos y familiares sirvieron de inicio. La excelente acogida de las catas realizadas en la intimidad fue el impulso definitivo. Así nació Maüa, la fusión entre Mallorca y Nicaragua, con la diéresis diferenciadora y recurrente. En abril de 2021 consiguieron inaugurar su propio el obrador financiado con un crowdfunding que les permitió afrontar la inversión inicial, ante la falta de apoyo financiero tradicional. El proyecto ya no era solo la ilusión de una pareja de aventureros sino la realidad de dos jóvenes empresarios dispuestos a abrirse camino. Ambos conocen el producto y su elaboración, pero necesitan comercializarlo, iniciarse en el mercado. Mallorca, el resto de España, Italia, Holanda o Alemania les esperan.

Jaume en el proceso de elaboración del chocolate.

Paladares exigentes

El concepto es sencillo Bean to bar, algo así como de la semilla al bar, o de la tierra al consumidor, sin apenas intermediarios. El proceso es lento y laborioso, pero la recompensa merece la pena. El cacaotero es un árbol cuyo nombre científico, Theobroma, significa en griego “alimento de los dioses”. No hay mucho más que añadir. El árbol produce muchas flores de las cuales solo una pequeña parte son polinizadas y tardan entre cinco y seis meses hasta que el fruto puede ser recolectado. Una vez maduro el fruto, se vuelve amarillo o anaranjado, aunque realmente existen muchas tonalidades de colores y tiene forma de una gran vaina con las pepitas en su interior. A partir de aquí se inicia el proceso creador del chocolate. La cosecha, realizada de manera casi artesanal, y posterior fermentación y secado de los granos es el inicio del milagro. La selección de los frutos y luego su tostado entre 25-30 minutos en un rango de temperatura entre 90-130Cº, realizado en Amadib Esment, son los pasos previos al quebrado y refinado de las pepitas. Una vez trituradas se maduran y empieza la fase final, la más crítica, la que da al chocolate su estilo, su definición, su sabor. El atemperado y moldeado configuran el producto final antes de su empaquetado para la venta.

Si no se atempera, el producto es útil para cocinar, pero es más arenoso en boca y menos agradable al paladar. Las planchas de chocolate ya están listas para configurarse en tabletas y ser empaquetadas en cajas de cartón artesano, decoradas con telas de llengües e imágenes de telares indígenas, obra de Xisco Barceló y con varios premios ganados por su concepción del packaging. Cada tableta lleva en su paquete una breve pero exhaustiva explicación de la variedad del cacao empleado, de su contenido y de su origen. Maüa comercializa ocho tipos de chocolates, desde el Perú hasta el Panamá pasando por el Flor de Sal, el de mayor aceptación en Mallorca y una verdadera delicia para los amantes del chocolate.

Cacao de alta calidad

Los chocolates Maüa se realizan con diferentes variedades de cacao. Desde el criollo, con escaso contenido en taninos y dedicado a los chocolates más finos, pasando por el forastero, con más taninos, pero menos aromático, hasta el trinitario que combina características de los dos anteriores. Maüa refina los frutos y los combina con el paraguas del azúcar, que importa de Paraguay, y la manteca para obtener chocolates con distintos grados de pureza. A las perlas de cacao se les añade diferentes dosis de manteca para proporcionar distintos grados de cremosidad y fluidez en boca. El producto madura en el proceso artesanal de creación. Se oxida y reduce la acidez residual con la que empieza. El atemperado, que le somete a una temperatura de entre 29 y 31,5 grados, le otorga una textura peculiar, diferente, única.

Presentación de las distintas variedades de Maüa. Fotos: www.chocolatesmaua.com