Salgo del trabajo y ¡gracias a Dios, aún es de día! me queda tiempo para sentarme en una terraza a tomar una caña, con mis gafas de Sol gigantes y bolso XXL, al más puro estilo diva.
Hay una silla vacía a mi lado. Mejor, a ver si pasa el morenazo que -al igual que yo - se siente envejecido cuando se ve en las fotos de hace unos pocos años. Aunque eso es falso. Él está estupendo, y en mi caso, no hay nada que no se pueda arreglar con un poco de voluntad y poniéndose en buenas manos: un entrenador personal que nos ayude a sacar el mayor provecho a las horas invertidas en el gimnasio, que machacarse sin un buen plan no es sinónimo de éxito; o un profesor de Pilates, una técnica suave y eficaz para tonificar los músculos y como valor añadido, para acercarse a la armonía entre el cuerpo y la mente, ¡qué buena falta me hace después de tanto invierno!
Pero el verano ya está aquí y el tiempo apremia. Debajo de los vaqueros pitillo se esconde una celulitis malcriada que parece haber surgido de la noche a la mañana. Suerte que Mallorca cuenta con clínicas y doctores de prestigio especializados en los tratamientos de estética más innovadores, en qué mejor se puede invertir que en un@ mism@. Sí, hablemos en unisex, porque la coquetería ya no entiende de sexos.
Y para terminar, unos rayos UVA, un buen masaje que nos deje flotando un ratito en el limbo y una sesión de peluquería, y listos para gustar. No es una fantasía, entra en Operación Bikini y sabrás cómo alcanzarlo.