La nutricionista Alejandra Pou comprueba en las cocinas de Juaneda Hospitales si las raciones de los pacientes ingresados cumplen con sus requisitos nutricionales personalizados.

Alejandra Pou, nutricionista de Juaneda Hospitales, alerta de los peligros de querer perder peso deprisa y ofrece las claves para unos hábitos saludables de nutrición y vida: «Intentamos buscar soluciones rápidas y no las hay. Hay que plantearse las cosas con tiempo e ir estableciendo unos hábitos».

—¿Cuándo y cómo empezamos con la Operación Bikini?
—La famosa Operación Bikini es algo que tendría que parar ya, de lo que tendríamos que olvidarnos. La Operación Bikini supone que me he excedido con las Navidades, o con otro periodo de tiempo, y que luego hay que compensar, de cara a poder lucir el bikini cuando comencemos a ir a la playa. Pero es que el cuerpo no funciona así. No hay que «compensar» para llegar al verano y que cuando lleguen las vacaciones, además de poderme poner el bikini, poder comer y beber todo lo que quiera. Si ya desde un principio hemos establecido unos buenos hábitos de alimentación, voy dos o tres veces a la semana a hacer deporte, me muevo, tengo una alimentación saludable y equilibrada, como frutas, verduras, pescado, legumbres, y a la hora de hacer la compra sé lo que estoy comprando, porque leo y entiendo los etiquetados, con todo esto tenemos mucho ganado. No harán falta esas «operaciones bikini» porque cuando, por ejemplo, termina la Navidad (que al fin y al cabo son unos pocos días de comer un poco más), sigo con esos hábitos que he tenido durante todo el año. Los excesos peligrosos no son los de las fiestas. Navidades, Semana Santa, verano, ¿qué representan, 20 o 30 días de comer más, cuando el año tiene 365? Nos tenemos que centrar más en los otros 335.

—Entonces eso de parar de comer demasiado y comenzar además a hacer ejercicio en mayo (aplicando además, con frecuencia, dietas y programas extraídos de Internet sin comprobación de su solvencia) de cara a la playa de junio, es inútil o incluso malo, ¿verdad?
—Sí. Es verdad que con el tema de perder peso rápido y prepararse para el verano se hacen muchas tonterías, se busca mucha información en Internet, algo que a veces es perjudicial para la salud. Hay productos que se venden como infusiones o pastillas y que no sirven para esa función y además muchos pueden producir una toxicidad en el riñón o en el hígado. Hay que tener cuidado. Intentamos buscar soluciones rápidas y no las hay. Hay que plantearse las cosas con tiempo e ir estableciendo unos hábitos.

—¿Hay que esperar un proceso homogéneo?
—No. Este proceso no es una línea recta, sino una montaña rusa. Algunos días irá muy bien, otros no. Luego hay que tener en cuenta también las circunstancias de la vida. Puede que estemos de mudanza y nos quedemos sin cocina, por lo que tal vez haya que comer más veces fuera de casa. O tengo una familia de tres hijos, trabajo, no me da la vida y tengo que hacer cosas rápidas o con productos congelados… hay que adaptarse a las situaciones y cuando ya se han establecido unos hábitos, unos pilares importantes en la vida, es mucho más fácil. Estos hábitos se pueden comparar a cómo me cepillo los dientes, a que cuando subo al coche me pongo el cinturón de seguridad. Son cosas que hemos aprendido y que ya no salen de forma innata. El comer es lo mismo.

—¿Por qué comemos mal?
—Nosotros comemos de forma innata, porque necesitamos alimentarnos. En nuestro caso, alimentarnos mal ha sido influencia de otros países. Estamos pasando de una dieta mediterránea, con el aceite de oliva, los frutos secos y otros productos muy saludables, a una dieta más occidental, a comer más 'comida basura', comida rápida, a no darle importancia a la hora de comer. Comemos en 10 o 15 minutos, las digestiones son mucho más pesadas, la hormona leptina no manda la señal de que ya estamos saciados y comemos cantidades que son excesivas. Si, además, no gastamos energía, porque somos más sedentarios que nuestros antepasados, se convierte en un exceso y se almacena en grasa. Todas esas circunstancias influyen a la hora de coger peso. Si pretendemos perder ese peso de más en un mes y hacemos la tontería de no comer o tomar productos para adelgazar (no testados) resulta que esa no es la solución.

—¿Cómo afrontamos la necesidad de perder peso en este principio de año? Y no ya solo quien crea que ha engordado en Navidad sino en el caso de cualquiera que lo necesite.
—En Navidad no solo hay que haber tenido en cuenta las cenas y comidas más copiosas, sino también el alcohol. Se puede haber bebido un poco más de vino o una copita de champán o de cava, o el gin-tonic de después. Es importante una buena hidratación. Haber consumido más dulce, azúcar y alcohol produce una inflamación en nuestro cuerpo. Por ello es importante mejorar el sistema inmune con una alimentación antiinflamatoria, es decir, a base de frutas y verduras, infusiones de jengibre, cúrcuma y pimienta, o unos calditos de huesos o de verduras. Estos alimentos nos ayudan a mejorar el sistema inmune.

—Usted siempre dice que lo importante no es controlar la báscula, ¿por qué?
—El objetivo no ha de ser centrarse en perder peso, sino en nutrirnos bien. Perder peso es solo un número. Puede ser mejor que la gente no se pese en seguida, después de las Navidades, porque puede que haya retenido un poco más de líquido por la ingesta de alcohol o de alimentos ricos en sal, como son los embutidos, y con ello habrá aumentado el peso y no significa que haya aumentado el porcentaje de grasa. Puede que tras un periodo de hacer ejercicio no pierda o gane peso, pero porque lo que ha aumentado es la masa muscular. Si nosotros ya tenemos unas pautas establecidas las podemos mantener. Los turrones solo se toman en Navidad, por ejemplo. Disfrutamos de estos postres que se comen cinco o seis días al año y después volvemos con nuestros hábitos de hacer deporte, beber agua, comer legumbres, fruta, verdura. Es el momento de aprender recetas nuevas y probar el batch cooking sano, que es cocinar para toda la semana. Y de todo ello, será el nutricionista y otros profesionales sanitarios quienes pueden dar las pautas adecuadas tras hacer un análisis de los hábitos y las circunstancias de cada persona.