Ataviada de ansotana, Marta Gastón ha manifestado que «es un orgullo saber que vistes, no sólo memoria viva, sino auténtica historia, muy bien conservada y cuidada con esmero».
En declaraciones a los medios de comunicación, Gastón ha dicho que este escaparate «tiene que servir, una vez más, para atraer visitantes que vengan a disfrutar de Ansó, pero no solo el Día del Traje, sino que vengan a aportar a uno de los motores pirenaicos, como es el turismo y poder disfrutar de sus costumbres y su historia, una memoria que es bueno conservar y valorar y, más, tras dos años durísimos de pandemia».
Una celebración única por su valor etnográfico, cultural e histórico, pero también por su importancia como revulsivo económico para esta localidad altoaragonesa y su entorno.
Un año más, el último domingo de agosto, Ansó se ha convertido en un museo viviente en el que sus vecinos han recreado costumbres típicas y tareas cotidianas de antaño ataviados con los trajes tradicionales del valle.
Esta fiesta --celebrada por primera vez en 1971-- es declarada de Interés Turístico de Aragón en 2003 y en 2011 logra la declaración de Interés Turístico Nacional.
El traje ansotano --de origen medieval-- y su historia pueden conocerse durante todo el año en el Museo del Traje Ansotano, ubicado en la ermita de Santa Bárbara, donde ha comenzado este domingo la celebración.
Además de por su antigüedad, esta indumentaria destaca por su singularidad, con robustas y coloridas telas, gran cantidad de motivos y detalles decorativos y laboriosos peinados, así como por la diversidad de modelos, uno para cada momento y necesidad del día a día. Entre ellos destacan los trajes de «bautismo», «periquillo», «cofradía» o «saya».
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