El exconseller Joaquim Forn y la periodista Magda Gregori han recogido en un libro «la voz de los protagonistas anónimos» del 1-O a través de 200 entrevistas a ciudadanos de toda Catalunya que recuperan las experiencias que hicieron posible la votación de 2017.
Bajo el título de 'Aquel octubre. Las voces de los protagonistas anónimos del 1-O' (Enciclopèdia), el libro condensa en 120 páginas la perspectiva política y periodística de sus autores y cuenta también con un prólogo del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.
A través del testigo de ciudadanos que se implicaron directa o indirectamente en el 1-O, se reconstruye cómo, a partir de junio de 2017, diferentes personas recibieron un aviso «de forma presencial o con mensajes encriptados», que les indicaba que eran el 'contacto cero'.
A partir de entonces, se desencadenó una cadena que implicó a otras personas que desempeñaron funciones diferentes --de forma piramidal--, un trabajo que culminó el día de la votación cuando llegaron las urnas a los colegios y se pudo hacer el recuento.
Según el relato de algunos de los ciudadanos que participaron en esta cadena, todo fue posible gracias a la discreción y prudencia de todos ellos: «El 1-O se consigue porque trabajamos en silencio y con mucha cautela; sabíamos que estaba en juego la democracia», asegura uno de ellos.
Con el objetivo de esquivar las fuerzas de seguridad, se asegura que la logística de la votación, pese a la implicación del Govern, estuvo en manos de la sociedad civil, y se explica que la Generalitat decidió utilizar un servicio de correo electrónico encriptado --ProtonMail-- para enviar el censo a los coordinadores municipales del 1-O.
«Todo el mundo se vio obligado a trabajar en un operativo dirigido y ordenado desde la clandestinidad», destacan los autores del libro, que añaden que esto también provocó una inquietud que, algunos de los que participaron en esta operación, comparan con la que se vivía en tiempos de Franco.
En el libro, se explica que centenares de ciudadanos custodiaron las urnas, y recibieron llamadas o mensajes en que se utilizaban palabras como «butifarra, pizzas, manteles, barras de pan, pasteles, croquetas, partituras o macetas» para referirse a ellas.
Para asegurar que los colegios no los precintara la policía, se organizaron actividades y conferencias desde el viernes y miles de personas se quedaron a dormir en su interior.
Otro de los obstáculos que se superó poco antes del día de la votación fue cuando se comunicó que los municipios no necesitarían disponer de su censo de electores porque se recurriría al censo universal, lo que se convirtió «en la solución mágica que facilitaría el acceso al voto de miles de ciudadanos».
El libro también recoge, a través del testigo de más ciudadanos, las dificultades informáticas que sufrieron el 1-O y los episodios de «violencia policial» que hubo por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, cuestión a la que dedican un capítulo entero con el testigo de diversas personas.
También describen lo que hicieron algunos ciudadanos para proteger las urnas y los votos ante el riesgo de que el material fuera requisado por la Guardia Civil, y cuentan que se utilizaron techos falsos, espacios en el ascensor, puertas traseras, tejados y tractores -entre otros lugares-- para esconderlas.
Los votantes del 'no'
A lo largo del libro se reivindica que en el 1-O, en el que votaron 2, 2 millones de personas, 223.000 personas lo hicieran para expresar que no eran partidarios de la independencia, y algunos de ellos coinciden en argumentar que acudieron porque consideran que «la gente tiene derecho a votar».
«La gente tiene derecho a expresarse y a poder decidir. Tenía claro que votaría 'No'. No soy independentista pero soy demócrata. También tenía claro que quería votar y que nadie me impediría hacerlo», explica una mujer de Barcelona, que junto con otros testigos expresa también su malestar con las cargas policiales que hubo ese día.
«La voz de los 223.000 catalanes que votaron 'No' o que votaron en blanco tuvo un gran valor. Eran la expresión de la pluralidad del país; fueron a contracorriente, y lo más importante, decidieron que por encima de la fuerza del Estado había el ejercicio de sus derechos democráticos», defienden Forn y Gregori.
Tras cinco años del 1-O, los autores del libro admiten que el momento político no es el mismo pero creen que sigue «intacto el espíritu de lucha, resiliencia, coordinación e implicación colectiva para defender unos derechos sociales y políticos y para reivindicar unos valores culturales y nacionales».
Prólogo de puigdemont
Para Puigdemont, ante los que pretenden discutir el valor del 1-O, hay que situarlo como «la referencia legítima para seguir avanzando hasta el reconocimiento internacional de Catalunya como estado independiente».
A su juicio, el 1-O ha permitido encontrar la fórmula que hará a los catalanes ser «ganadores y capaces de neutralizar los esfuerzos y el juego sucio del Estado», y debe pasar por la combinación entre las instituciones, las fuerzas políticas y social, y los ciudadanos.
Por ello, avisa de que el Estado intentará que esta fórmula no se repita sembrando «la división y la desconfianza», por lo que pide no abandonar nunca la búsqueda de la unidad.
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