Los galardonados con los Premios Rei Jaume I 2022 han coincidido este miércoles en la necesidad de conseguir en España un cambio de mentalidad para hacer entender a políticos, empresarios y sociedad los beneficios y el retorno social y económico que tiene la investigación, que se plasme en un Pacto por la Ciencia que garantice «más recursos y menos burocracia», así como en la aprobación de una Ley de Mecenazgo.
Así, lo han reclamado los premiados en esta edición --Jesús María Sanz Serna, en la categoría de Investigación Básica; Marta Reynal-Querol, en Economía; Antonio M. de Lacy Fortuny, en Investigación Médica; Emilio Chuvieco Salinero, en Protección del Medio Ambiente; Montserrat Calleja Gómez, en Nuevas Tecnologías; y Ángela Pérez Pérez, en el premio al Emprendedor-- en una rueda de prensa con motivo de la entrega de los galardones el próximo viernes en una ceremonia presidida por los Reyes de España en la Lonja de València.
El también presidente de la Real Academia de Ciencias, Jesús María Sanz Serna, considera «positiva» la nueva Ley de Ciencia, pero apunta que la experiencia muestra que las normas «pocas veces consiguen cambios sustanciales» y apuesta por «un cambio de educación, mentalidad y una mejor organización para conseguir resultados a largo plazo». «Seríamos más eficaces y eficientes repensando las cosas que ya tenemos», defiende.
Así, apunta que aunque este año los Presupuestos Generales del Estado recogen un incremento que es «muy de agradecer», el porcentaje del PIB que España destina a la Ciencia «todavía está muy lejos» del que destinan los países de nuestro entorno. Además, advierte de que en España la investigación «se resiente mucho de las visicitudes concretas» como se vio con la gran crisis de 2008, que tuvo un impacto «muy negativo en la financiación».
Sin embargo, cree que el gran problema es que tenemos «sistemas de gestión muy inadecuados y la burocracia hace que se pierda mucho tiempo y energía» y aunque reconoce que se ha avanzado «notablemente» aún perduran «cuellos de botella que impiden seguir avanzando». «No es un problema del diagnóstico sino de poner los medios terapéuticos para aplicar mejoras sustanciales», sintetiza.
Del mismo modo, Marta Reynal-Querol coincide en que la falta de recursos «no es algo coyuntural» por la situación actual, pero advierte de que estamos «ante un momento muy peligroso que puede ser la gota para que se vaya el talento». «Hacen falta muchos recursos y hacerlo fácil porque nos está ahogando la cantidad de burocracia», ha reclamado.
Del mismo modo, Montserrat Calleja Gómez considera «imprescindible» este Pacto porque los estudios demuestran el retorno social y económico que la ciencia a largo plazo: por cada euro invertido se recuperan cinco. De hecho, ha puesto el ejemplo de
Corea del Sur, un país que visitó hace 20 años y que ahora es «un país totalmente nuevo» por la gran inversión realizada en investigación.
Calleja constata el alto nivel de los investigadores españoles, que pueden «competir» con núcleos y laboratorios de cualquier país, pero insiste en la necesidad de un acuerdo entre todos los políticos para que el Pacto por la Ciencia «funcione» y España esté «en boca de todo el mundo» por su investigación.
Asimismo, Emilio Chuvieco ha insistido en que con los recursos actuales se puede ser «más efectivo» si la gestión de la Ciencia se adapta al entorno. Por su parte, Ángela Pérez indica que tenemos dos o tres años para aprovechar los fondos europeos que llegarán para «lograr cambios disruptivos» con "acciones contundentes y sin dar pasos atrás.
Al respecto, Antonio M. de Lacy recalca que España «tiene talento y, por definición, el español es alguien creativo», pero el problema de la investigación e innovación es que «adolece de una falta de organización que provoca que se pierda en burocracia» y en ese sentido ha mostrado su temor de que solo se lleguen a utilizar el 20% de los fondos europeos y el resto se devuelva. «Tengo la sensación de que lo aprendido en pandemia lo estamos olvidando y si no perdemos nuestro talento este país puede llegar muy lejos», recalca.
Ley del mecenazgo
Del mismo modo, exigen ya una Ley de mecenazgo. Al respecto, Jesús María Sanz ha señalado que el informe que preparó la Academia de Ciencia dibujó un «panorama desolador» de los beneficios fiscales que concede España en comparación otros países y que ha relacionado con «los vetos» de los ministros de Hacienda por los recursos que iban a perder. Por ello, reclama un «cambio de mentalidad para hacer entender que a largo plazo resultará »muy positivo" aunque a corto plazo suponga una menor recaudación.
Asimismo, la premio al Emprendedor aboga por establecer medidas fiscales que ayuden a las empresas tradicionales a invertir tanto en centros públicos como en startup y en ese sentido señala «los pasos en falso» porque la visión demasiado economicista de las empresas y la falta de entendimiento de las empresas de las Ciencias.
En concreto, Marta Reynal-Querol alerta de las dificultades para lograr colaboraciones de la empresa en las ciencias sociales porque los «empresarios se centran en qué van a obtener». La solución pasa, señala, por inculcar a los pequeños «el orgullo de invertir en Ciencia y no verlo como tirar el dinero» ya cuestiona que se pueda lograr un cambio de mentalidad con los adultos.
En ese sentido, Antonio M. de Lacy Fortuny añade« las dificultades de colaboración público-privado en la Sanidad y ha defendido un nuevo modelo centrado en el 'we deserve', la que nos merecemos los enfermos y los familiares». Así, ha lamentado que a los mecenas a veces terminan con una revisión fiscal --ha recordado la donación de Esther Koplowitz de 15 millones para crear un centro de investigación en Barcelona y los 150 millones del gran mecenas de la ciencia Pere Mir-- y ha aludido también las críticas a Amancio Ortega por su donación al sistema sanitario público.
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