Operación intrauterina de un bebé con espina bífida en el Virgen del Rocío de Sevilla. | JUNTA DE ANDALUCIA

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Un equipo de especialistas del Hospital Universitario Virgen del Rocío ha hecho posible que nazca un bebé que durante el embarazo fue diagnosticado de espina bífida y operado para la corrección de esta anomalía congénita a las 25 semanas de gestación.

Se trata de la corrección intraútero de mielomeningocele (espina bífida) número catorce que practican para minimizar el impacto de esta severa anomalía congénita con graves repercusiones para la vida de estos pacientes. La madre y su bebé se recuperan con una evolución «muy satisfactoria», ha informado la Junta en una nota de prensa.

Este tipo de operaciones se programan cuando se detecta la enfermedad durante la gestación, desde el servicio de Medicina y Terapia Fetal que dirige el doctor Guillermo Antiñolo. Así, y junto a la unidad de Neurocirugía del Virgen del Rocío (doctores Javier Márquez y Mónica Rivero), programan la opración, al ser unidades de referencia para estos casos en Andalucía.

En total, participa todo un equipo de quince especialistas médicos y de enfermería de Medicina Fetal; Neurocirugía Pediátrica y Anestesiología y Reanimación del hospital sevillano. Antes de iniciar la intervención, el equipo realiza una valoración preoperatoria «muy exhaustiva».

Ésta incluye ecografía fetal «muy detallada» donde se valora la morfología y biometría del feto, se localiza la placenta, y se determina la altura, el tamaño y la morfología de la lesión. Igualmente, los profesionales detectan el tamaño de los ventrículos cerebrales, la posición de los pies, la movilidad de los miembros inferiores y excluyen otras anomalías fetales asociadas.

Los estudios se completan con la medición de la longitud del cuello del útero y un estudio genético. Con los resultados, se valoran con la familia los riesgos y beneficios de la cirugía fetal. La intervención requiere que la madre reciba anestesia general junto con un catéter epidural para seguir controlando el dolor tras la cirugía.

Éste es un procedimiento anestésico complejo que necesita controles intraoperatorios adicionales. Asimismo, resulta vital durante la operación fetal mantener el volumen uterino para minimizar el riesgo de desprendimiento de placenta, de contracciones uterinas y la consiguiente expulsión del feto.

Tras el tiempo adecuado, en el que se permite al feto recuperarse en el mejor entorno posible como es el vientre materno, se realiza una cesárea para extraerlo. El bebé es posteriormente evaluado por un equipo de neonatólogos y neurocirujanos al nacer.

La espina bífida es una grave malformación del sistema nervioso central que afecta en países desarrollados aproximadamente a 1 de cada 3.500 recién nacidos vivos. La forma más frecuente de espina bífida abierta es el mielomeningocele, para el que no existe un tratamiento óptimo tras el nacimiento.

El mielomeningocele presenta una alta morbilidad y suele acompañarse de hidrocefalia, y malformaciones en el cerebro que son responsables de la gran afectación neurocognitiva de estos niños. Esto ocurre entre el 80 y 90% de los casos, y precisa que los profesionales coloquen una derivación del líquido cefalorraquídeo.

Así, la espina bífida puede provocar secuelas neurológicas (parálisis, hidrocefalia, retraso cognitivo, alteraciones de la columna), además de otras urológicas y traumatológicas, con lo que el recién nacido y su familia ven «mermada de manera importante su esperanza y calidad de vida».

Frente a ello, la intervención intrauterina se ha convertido en una opción terapéutica real. El sistema sanitario público de Andalucía ofrece esta alternativa que supera con creces los resultados de la cirugía correctora tras el nacimiento a la hora de minimizar las secuelas motoras y neurológicas del niño.