La comisaria de la exposición 'Luz increada', Magdalena Lasala, el director general de la Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo, y la pintora Isabel Guerra, posan junto a una de las pinturas de la muestra, en el Museo Goya de Zaragoza. | Europa Press

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La artista Isabel Guerra, conocida popularmente como 'la monja pintora', exhibe en el zaragozano Museo Goya de Fundación Ibercaja las obras «más personales, más atrevidas y más libres» de su carrera pictórica en la exposición 'Luz increada', en la que se aleja de los retratos para proponer un diálogo personal entre arte y espectador en torno a diferentes facetas de la naturaleza.

La muestra, que permanecerá en el Museo Goya hasta el 19 de mayo, incluye 36 pinturas inéditas, creadas en 2022, 2023 y este mismo año, que nacen de una «decisión de libertad» y de una reinvención personal, ha señalado en rueda de prensa la comisaria de la exposición, Magdalena Lasala.

Sor Isabel Guerra (Madrid, 1947) ha resaltado que «el hecho artístico no se produce cuando un pintor termina un cuadro» --«si yo cojo uno de estos cuadros y lo meto en un almacén, no tengo ninguno», ha explicado--, sino que lo hace cuando se crea un «diálogo abierto» con las personas que los contemplan, que producirán «un hecho artístico distinto, personal, que quedará en su corazón».

«Si cerramos el Museo del Prado y nadie vuelve a verlo, todo el arte allí encerrado estará muerto para siempre. El hecho artístico es entre dos», ha recalcado, es «una forma de decir a los demás lo que sientes, lo que eres, a una sociedad que necesita pararse a encontrarse consigo misma delante de una obra de arte».

Porque el arte, ha continuado, es arte «no porque sea muy bueno» o tenga «una técnica maravillosa». «El arte es arte cuando transmite y sólo transmite cuando es alma y puede dialogar», ha remachado. De lo contrario, una obra podrá ser «perfecta», «una maravilla», pero «te dejará frío, como el hielo».

Ansia de libertad

Guerra ha subrayado que este cambio en su arte no ha sido repentino y que, desde antes de 2017, cuando expone por última vez obras nuevas, ya venía evolucionando.

Así, después de pintar retratos «sin parar» --ha retratado, por ejemplo, al Papa Francisco, a la exalcaldesa de Zaragoza Luisa Fernanda Rudi o a varios arzobispos--, en su corazón tenía «un ansia de libertad extraordinaria».

«El retrato es un poco esclavo», ha afirmado la pintora y religiosa, quien ha señalado que no es su género preferido porque «pierdes una gran parte de tu libertad».

«Los pintores, cuando vamos cogiendo años, sean tan buenos como Rembrandt o Velázquez, o tan mediocres como pueda ser yo --ha ironizado-- necesitamos empezar a liberarnos, a soltar lastre y a hacer lo que queremos hacer con toda la libertad».

Eso sí, tampoco ha querido hacer ningún «salto al vacío» porque las personas, cuando caen al vacío, «se abren la cabeza», ha añadido.

Una pintora ajena a toda moda

Además, como es una exposición abierta a nuevas incorporaciones, va a poder seguir avanzando en sus deseos de «expresión libre» y ajena «a toda moda» y «a toda hipocresía». «El pintor no puede ser un seguidor de la moda», ha asegurado, porque llega un momento en el que «todos hacen lo mismo». «Eso para mí no sirve», ha remarcado.

A este respecto, la religiosa ha confesado que, cuando termina una obra, le molesta y que muchas de ellas han ido a parar al quemador del monasterio en el que vive --el Monasterio Cisterciense de Santa Lucía-- porque «no podía ni verlas». «Esto ya tiene que salir de mi vista», es lo que su carácter impulsivo le lleva a sentir cuando le coge el «tranquillo» a sus piezas.

Sobre sus influencias, y en concreto sobre Francisco de Goya, dado que sus obras van a dialogar con las del genio de Fuendetodos en el mismo espacio expositivo, ha destacado sus pinturas negras, que reflejan al Goya «más genial, auténtico y libre», el que se expresa «sin necesidad de estar complaciendo a nadie».

Guerra ha indicado que Goya ha sido uno de sus referentes ya que su casa, desde su infancia, ha sido el Museo del Prado. En ese sentido, además, ha relatado que siempre fue «una niña precoz» al exponer por primera vez a los 15 años en un Madrid «casi de posguerra donde había cuatro salas y media» y que era «demasiado lanzada».

No obstante, no se arrepiente. «No me arrepiento de haber dejado todo por coger lo que entonces eran pinceles y unos colores que me regalaron por casualidad el día de mi cumpleaños. Desde entonces, yo creo que no he hecho otra cosa», ha expresado.

Lo "no creado"

Por su parte, la comisaria de la exposición, Magdalena Lasala, ha destacado que se trata de un proyecto «personal» y «completamente nuevo» tras años en los que la autora ha estado dedicada casi en exclusiva al retrato.

Sin embargo, ha recalcado que 'Luz increada' no es una meta, sino el comienzo de la nueva trayectoria de Isabel Guerra, en la que «su voz pictórica se eleva y renueva» siete años después de su última exposición con obras inéditas.

Lasala ha señalado que la muestra parte de la idea filosófica de «lo no creado», que es lo que mueve a la artista para crear un nuevo camino en el que quiere que el espectador sea «no sólo testigo, sino cómplice».

Ha añadido que la muestra es «un canto a la libertad» de una artista a la que «el tiempo le ha permitido reflexionar y contactar con una esencia que ahora necesita manifestarse».

En esta muestra se puede apreciar también una evolución hacia la abstracción, que es «consecuencia de su búsqueda de libertad» y de la necesidad de expresar sus convicciones, creadas al calor del tiempo, del estudio y del «inconformismo» de Guerra.

Espontaneidad y ruptura

Todo ello supone «un nuevo lenguaje con su público desde la espontaneidad y la ruptura con lo convencionalmente esperado en ella», como instrumento para plantear temas, técnicas y formatos que «no estaban premeditados», sino que surgen como respuesta a su «deseo de expresión libre», ha explicado.

En este nuevo lenguaje con su público, la artista ha optado por distintos formatos, por pinturas con espátula, al óleo, pastel, con acrílicos empastados con arenas y mezclas de pigmentos encolados para conseguir las texturas deseadas, sobre soportes de lienzo, tabla o papel.

Así, Guerra refleja en sus lienzos los matices que ha ido adquiriendo con los años por «la necesidad de llegar a la esencia de su vocación pictórica», en un «viaje alquímico» a través de la naturaleza, pero una naturaleza «del alma», como puente entre su etapa anterior y la actual.

El recorrido comprende diferentes temáticas como los bodegones o naturalezas detenidas en el tiempo; niñas o mujeres que no son retratos sino «ideas» y «figuras oníricas»; la naturaleza viva, reflejada en la pasión del movimiento y la danza, con sus faldas al vuelo; la naturaleza salvaje, no domesticada, en lobos, caballos y un gran guepardo corriendo libre; y la naturaleza de los paisajes «soñados» como otra forma de libertad que parte del deseo de crear «aquello que no estaba creado».

Lasala ha concluido diciendo que, a partir de ahora, Isabel Guerra no va a ser conocida sólamente como «la pintora de la luz», sino como «la pintora de la luz del alma».

Isabel guerra recreará un cuadro de goya

Por otro lado, el director general de la Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo, ha confirmado que el Museo Goya conmemorará el aniversario de la muerte del ilustre pintor con la incorporación de una obra de Isabel Guerra, en la que reinterpretará la obra «La nevada».

Esta obra, una de las más «insólitas» y «difíciles» de Goya, y también de las menos conocidas, se conserva en el Museo del Prado y forma parte de la serie de cartones para tapices realizadas por el autor. En ella, aparece un grupo de bandoleros en la nieve.

Guerra, tras agradecer a los zaragozanos por la «acogida increíble» que siempre han dado a su trabajo, ha resaltado que ella ha hecho el camino opuesto a Goya: de Madrid, ha ido a Zaragoza

Rodrigo ha señalado que el museo acogerá también tres conferencias en torno a la pintora, así como un programa de visitas guiadas para adultos y talleres artísticos para familias.