Los detenidos supuestamente traían a España a los inmigrantes, que en su mayoría procedían de terceros países, a los cuales les cobraba hasta 12.000 euros para garantizarles el traslado y les ponía en grave riesgo por las deficientes condiciones en que viajaban.
Concretamente, el traslado a España lo realizaban en el interior de furgonetas en malas condiciones, hacinados, sin ventilación --ya que las furgonetas carecían de ventanas--, sin ningún tipo de víveres, y obligados a hacer sus necesidades en bolsas de plástico y orinar en botellas de plástico, en trayectos con una duración de más de 18 horas.
Una vez finalizado el viaje, los encargados de la organización en España custodiaban a los inmigrantes --unos 17 identificados hasta el momento en uno de los transportes-- en pisos de seguridad hasta obtener el total del pago del trayecto.
La supuesta organización mantenía una sólida jerarquía con un reparto de tareas bien definido en lo relacionado con la captación, traslado y recepción: el cabecilla se encargaba de contactar con los extranjeros, el segundo nivel los recibía y los llevaba a los pisos y el tercer u último nivel eran los conductores, explica la policía.
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