Imagen del material incautado de los 'Latin Kings' | Europa Press

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La Guardia Civil ha explicado que los 'Latin Kings' en Catalunya captaban a personas «vulnerables o solitarias» para introducirse en el grupo.

Así lo ha explicado en rueda de prensa este lunes el jefe del Grupo de Investigación que ha acabado con la detención de 32 miembros, el teniente Miguel, junto al delegado del Gobierno en Catalunya, Carlos Prieto; el jefe de la séptima zona de la Guardia Civil, el general Pedro Pizarro, y el jefe de la Comandancia de Tarragona y jefe de operaciones, el comandante Casajus.

El teniente ha explicado que se ha desarticulado la estructura de la banda juvenil 'Latin Kings' asentada en Catalunya --con grupos subordinados en Reus, Cubelles (Tarragona), Rubí, Granollers y Barcelona--, y se ha detenido a 34 de sus integrantes --dos menores de edad-- que han quedado en libertad con cargos, aunque también se investigó a dos personas del grupo que estaban en prisión.

Captación "sencilla"

«La captación es sencilla. Buscan a personas vulnerables o solitarias, gente recién llegada de otros países o más marginada que se acaban creyendo que estas personas lo son todo para ellos», ha asegurado.

La investigación se inició hace un poco más de un año, y durante 20 meses los agentes de la Guardia Civil han descubierto una organización basada en la jerarquía, con armas de fuego, blancas y prohibidas como una pistola táser, y castigos internos para asegurar la disciplina de sus miembros.

Los miembros se financiaban con el tráfico de drogas, las estafas y una cuota obligatoria para todos los miembros --de entre 10 a 15 euros semanales--, y también se les atribuyen delitos contra las personas como lesiones, amenazas, coacciones y homicidios.

Castigos físicos

El teniente ha destacado la «especial peligrosidad» del grupo Sagrada Familia (con miembros de Barcelona y L'Hospitalet de Llobregat), que presuntamente planificó un ajuste de cuentas contra miembros de una banda rival como venganza por el apuñalamiento de unos sus miembros, en el que pensaban usar armas, pero no llegaron a hacerlo.

Este grupo también tiene unas normas y códigos internos que deben ser conocidos y obedecidos por todos sus miembros, y de lo contrario son sancionados con castigos físicos como agresiones, golpes o humillaciones, como obligar a alguien a hacer flexiones ante el resto del grupo hasta acabar exhausto.

Detenciones

El 17 de abril se produjo la fase de explotación de la investigación, y se detuvo a 34 personas --con antecedentes--, entre ellas, el líder de la organización en el aeropuerto de Madrid cuando «pretendía embarcar con destino a otro país», y se realizaron 13 registros, en los que se incautaron machetes, puñales, táser, pistolas de aire comprimido, elementos identificativos de los 'Latin Kings' y sustancias estupefacientes.

«Es una banda que nunca se ha disuelto. En 2010 hubo bastante presión policial, pero nunca ha llegado a desaparecer del todo. Cuando hay detenciones se reducen, se distancian y es difícil detectarlos, pero con el tiempo vuelven a ganar su popularidad y vuelven a captar. Es muy difícil erradicarlos completamente», ha añadido el teniente.

Inseguridad "alarmante"

Por su parte, Prieto ha resaltado que estas bandas trabajan en zonas y barrios muy determinados, lo que genera una percepción de inseguridad «alarmante» entre la población, y ha instado a seguir trabajando para eliminar esa sensación.

También ha querido remarcar la importancia de no relacionar todas las bandas latinas con los 'Latin Kings', ya que «algunas personas con ese discurso del odio intentan distraer la atención y equiparar esos ámbitos delincuenciales en el conjunto de una comunidad asentada y honrada».

"constante incertidumbre"

El comandante Casajus ha destacado que es una operación compleja porque hay una «constante incertidumbre de que pueda producirse una situación en la que se ponga en riesgo la vida de las personas», y que a veces utilizan la violencia de forma innecesaria contra los que creen que son sus enemigos, en sus palabras.

«Se les ha dado un buen golpe, sí. Esperemos que los servicios sociales sean capaces de reeducar a los menores. ¿Hemos acabado con el problema? No», ha asegurado Pizarro.