Así, los participantes en la concentración han instalado un stand a las puertas del Parlamento donde informaban, según ha recogido COAG en un comunicado, de la «diferencia abismal» entre los precios de origen y destino, esto es, lo que recibe el agricultor y lo que paga el consumidor.
Además, los jóvenes agricultores han llevado a cabo un reparto gratuito de productos del campo andaluz como berenjenas, tomates, zanahorias, espárragos, limones, patatas, pepinos, pimientos, aceite y miel.
Con esta protesta, Juventudes Agrarias de COAG Andalucía ha pedido «ayuda y apoyo» al campo, al tiempo que ha puesto de relieve que los problemas de acceso a la actividad agraria «son problema de todos los andaluces», ya que «está en juego la alimentación del mañana, la soberanía y la seguridad alimentaria».
La responsable de la organización Clara Torreblanca ha advertido que «el principal motivo es que la alimentación está siendo presa de las ansias especulativas del mercado financiero, que ven en la industria agroalimentaria un valor seguro tras la crisis del ladrillo». «Por ello, hacen acopio de nuestras tierras y de nuestra agua, implantando un modelo productivo súper intensivo, que está acabando silenciosamente (y con la connivencia de los gobiernos) con la agricultura social y profesional que tenemos en Andalucía y que da vida a nuestros pueblos, que revierte en el territorio, crea riqueza y empleo, fija población y es sostenible», ha aseverado.
Ha añadido que «los jóvenes que apostamos por coger el tan necesario relevo generacional en el campo, que queremos dedicarnos a ser agricultores y ganaderos, a producir alimentos de calidad y a cuidar nuestro medio ambiente, nos vemos arrinconados por los todopoderosos fondos de inversión, que no nos dan opción a coger tierras y que monopolizan las estructuras comerciales, así como por numerosas zancadillas que hacen que muchos de nosotros, a pesar de la ilusión y las ganas, tiremos la toalla por el camino».
Por ello, los jóvenes agricultores y ganaderos han exigido a los gobernantes «un plan de choque que derribe los muros a los que se enfrentan para incorporarse a la actividad agraria», tales como «la dificultad de acceso a la tierra, las trabas burocráticas infinitas, las ayudas ineficaces o la falta de incentivo a todos los niveles».
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