Archivo - Seguirá habiendo olas de calor por la emergencia climática. | Europa Press - EUROPA PRESS - Archivo

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El profesor de Bioestadística de Enfermería y Farmacia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge (USJ), Manuel Gómez Barrera, recomienda «prudencia» en los dos o tres días posteriores a los picos de las olas de calor, señalando que cuando las temperaturas rebasan un umbral se multiplican los fallecimientos por esta causa no solo el día de más calor, sino también hasta 72 horas después.

Gómez Barrera es director del máster en Atención Farmacéutica y Farmacoterapia e imparte clases, además de Bioestadística, de Farmacoeconomía I de Farmacia y coordina las prácticas tuteladas del grado de Farmacia. Es farmacéutico de formación y doctor en Salud Pública y Administración Sanitaria por la Universidad de Zaragoza.

En declaraciones a Europa Press, ha explicado que «las olas de calor tienen efecto el día que hacen pico y los días posteriores, pero a eso no se le hace tanto caso».

En una ponencia sobre el tema 'Impacto de las olas de calor en la mortalidad', editada por la Academia de Farmacia 'Reino de Aragón', de la que es miembro de número, Gómez Barrera señala que la «temperatura de disparo» es de 38,0 grados en la provincia de Zaragoza, de 36,7 en la de Teruel y de 34,5 en el Alto Aragón.

En el estudio, explica que «no es sencillo» definir el concepto de 'ola de calor', «ya que aislar el fenómeno temperatura del resto de fenómenos climáticos como humedad relativa o velocidad del viento es complicado ya que están enormemente relacionados».

«Lo más habitual es emplear el valor de la temperatura máxima diaria y se han utilizado criterios para definir una ola de calor cuando la temperatura máxima diaria supera el percentil 95 de las series de temperaturas máximas diarias de los meses de verano, es decir, la temperatura máxima de un día supera al 95% de las máximas del resto de los días».

«Ligado al concepto ola de calor aparece el de temperatura de disparo o de máxima mortalidad, a partir de la cual la mortalidad se hace máxima o bien sale de los rangos de normalidad establecidos».

«Obviamente --continúa Gómez Barrera en la ponencia-- esta temperatura de disparo no va a ser igual en todos los sitios ya que en la relación con la mortalidad intervienen multitud de parámetros, como factores socioeconómicos y demográficos, que hacen que la mortalidad comience a aumentar a temperaturas que en algunos casos pueden estar por encima o por debajo del percentil 95 de las series de temperaturas máximas».

Por ello, «se hace necesario la realización de estudios epidemiológicos locales centrados en la relación mortalidad-temperatura para detectar cuál sería la temperatura a la que comienza a aumentar la mortalidad bruscamente».

El profesor ha puesto de relieve conceptos como la duración de la ola y el número de ola, el primero relativo al número de días en los que la temperatura máxima supera la de disparo y el segundo guarda relación con el número que ocupa la ola de calor en la serie de olas de cada año.

También ha traído a colación el concepto de retardo, ligado al concepto de serie temporal, «una serie de datos referidos a un momento temporal determinado, que en el caso de la serie de temperaturas máximas y la mortalidad diaria sería la sucesión de datos de temperatura máxima o de fallecimientos ordenados de forma diaria desde el primer día que se disponga de datos hasta el último».

Contaminación y ruido

En el estudio se ha observado que con las olas de calor, especialmente si se suman a otros factores, como la contaminación y el ruido, aumentan los ingresos hospitalarios por Alzheimer o Parkinson y que en los últimos años ha caído el número de fallecimientos por dolencias cardiovasculares, no así por enfermedades respiratorias.

Otros factores afectados son la presencia de violencia de género o los accidentes de coche, «lo que obliga a seguir investigando en los efectos que tienen las olas de calor».

En el estudio, la totalidad de las muertes asociadas a las altas temperaturas se producen a partir de los 65 años y el 77,5 por ciento son casos de personas de 85 o más años.

En el caluroso verano de 2022 se superaba el umbral de temperatura máxima en Huesca 49 días, en Zaragoza 45 días y en Teruel 35 días, es decir 18 días más en Huesca, 33 días más en Zaragoza y 12 más en Teruel que en el verano de 2023, todo ello en 16 semanas de seguimiento, según un informe del Gobierno de Aragón.

Medidas

El profesor de la USJ ha dejado claro que «seguirá habiendo olas de calor por la emergencia climática», por lo que ha recomendado tomas medidas de adaptación, como la descongestión del medio urbano y la creación de zonas verdes.

En cuanto a las medidas a adoptar cada persona, Gómez Barrera ha mencionado evitar el sol en las horas de más intensidad, no realizar actividad física intensa, hidratarse y permanecer refrigerados, comer ligero, descansar y reducir el ritmo de la actividad.

Patrón de temperaturas

En la ponencia, leída con motivo de la apertura del curso de la Academia de Farmacia 'Reino de Aragón', el 13 de febrero de 2024, Gómez Barrera expresa que el estudio realizado pretendía determinar si se puede considerar Aragón como una zona con un patrón de temperaturas común y ver desde qué estación climatológica se debe estudiar la variación de las temperaturas.

El investigador de la USJ utilizó datos de hasta 122 estaciones climatológicas con temperaturas máximas y mínimas desde 1987 hasta 2006, siendo un problema elegir la estación de referencia.

«Queremos ver si Aragón es una única zona isoclimática, lo que no quiere decir que la temperatura sea igual en todas las estaciones sino que la variabilidad entre ellas es consistente, por entendernos, si es uno de los días de más calor en Jaca (Huesca), también será uno de los más calurosos en Calaceite (Teruel), aunque las temperaturas máximas sean diferentes».

«La solución a este problema pasa por un gráfico llamado dendograma que muestra cómo se agrupan las series y la distancia a la que se encuentran. Si esta distancia es aceptable, se fija como grupo; en nuestro caso la máxima distancia no fue elevada lo que nos permitió fijar Aragón como una única zona isoclimática».

En relación al exceso de temperaturas y mortalidad en Zaragoza, Gómez Barrera ha explicado que se hizo un estudio de series temporales para determinar cómo se comporta una serie y poder predecir los valores, empleando para ello los datos de temperaturas máximas y mortalidad diaria de 1987 a 2006 en la capital aragonesa, de cara a calcular cuántos fallecimientos se pueden esperar a partir de la serie temporal de mortalidad.

«Los resultados nos dijeron que en el día cero la temperatura del día influye en la mortalidad del mismo día, en el día siguiente y en tres días y finalmente se da el efecto siega el día 7 con patologías de respuesta menos rápida».

«Describiendo los efectos de las olas, se pudo comprobar que la primera ola del año supone el 34% de la mortalidad, es decir, es la peor y que las olas de calor de solo un día suponen un 36% de la mortalidad, es decir, son las peores».

Igualmente, se pudo estimar que por cada grado que incremente la temperatura sobre 38 grados hay un porcentaje de fallecimientos atribuible a la temperatura extrema. Ese porcentaje es un 7% en el día, 10% en el día siguiente y 8% en el día 3, es decir, por cada grado que se pase de 38 un día de verano, existe un 25% de fallecimientos atribuibles a temperaturas extremas.

Relación temperatura-mortalidad

«Una vez que se conoció la temperatura de disparo y su influencia en la mortalidad, se puede pensar que si se conoce la temperatura en el futuro se puede estimar la mortalidad y mitigar sus efectos».

La estimación es de un aumento de las olas de calor tanto en días como en número y de fallecimientos, además de que dependiendo del escenario considerado aparecen variaciones.