El pintor Ramon Canet expone en la galería Pilar Parra de Madrid, a
partir del próximo día 21, un veintena de obras de formatos muy
diferentes en las que muestra el camino por el que discurre
actualmente el desarrollo de ese interés constante por la
abstracción que caracteriza su obra, en la que, desde la mancha y
el gesto, ha evolucionado a motivos más geométricos y la inclusión
del collage o formas ovaladas.
Lo que no falta en sus cuadros son esas intensas tonalidades,
distintivo de su creatividad, azules ultramar y verdes combinados
con ocres, a pesar de que el artista piensa que el blanco y negro
está lleno de color.
Considerado por algunos expertos como un hijo espiritual de
Miró, Canet, que confiesa haber aprendido mucho del artista, se
considera un solitario siempre «fiel a la pintura» que no cree en
las modas y que asegura: «El artista debe ser una persona e ir con
los ojos bien abiertos, observándolo todo; debe estar alerta a lo
que ve a su alrededor y seguir pintando. Yo pretendo ir muy atento
a todo lo que está pasando. Yo creo que la pintura es una aventura
personal y sigo trabajando mi obra, continúo evolucionando porque
la evolución es imposible que no exista. El artista tiene la
obligación de hacer las cosas bien y de ser consciente de sus
limitaciones».
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