26/06/99 0:00
ANA PÉREZ
A los tres años se enamoró perdidamente del pato Lucas y le entró
tal fiebre por el dibujo que en su casa siempre había déficit de
papel. Entre hamburguesa y hamburguesa, el ketchup le servía para
«ensangrentar» a sus personajes, y con 13 añitos se fabricaba su
propia pornografía a costa de imaginar desnudas a sus compañeras de
clase. El Festival Internacional de Creación Audiovisual ha caído
rendido a los pies de su espíritu independiente y le ha premiado
con un ciclo sobre su obra. El «monstruo» se llama Bill Plympton.
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