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SEBASTIÀ MORANTA El escritor Alfred Bosch (Barcelona, 1961) presentó ayer noche en Palma su más reciente novela, «Àlia la sublim», editada por Columna, en el marco de la XI Setmana del Llibre en Català. Si en su texto anterior, «L'Atles furtiu», galardonado con el Premi Sant Jordi 1997, el autor situaba en el centro de la trama a los judíos mallorquines del siglo XIV y convertía en protagonista al cartógrafo Jafudà Cresques, en esta ocasión su propuesta recala en los moriscos valencianos del XV.

El protagonista, Saad, es un morisco pobre cuyo destino lo lleva a ser esclavo de Pere Marc, padre del insigne Ausiàs: como suele ocurrir en la narrativa de Bosch, la Historia motiva la ficción, completa la trama, la explica y le da credibilidad. Vemos desfilar por estas páginas al rey Martí I l'Humà, a los dos Marc de Gandía y al navegante portugués Gil Eanes, con el cual el lector llega a embarcarse en un periplo por un Mediterráneo mestizo y abigarrado de culturas.

Se trata de un decorado histórico que el autor traza con especial fruición, pero sin pretender en ningún momento recrearse en una suerte de crónica de la época. «Me atrae recuperar los filones perdidos del pasado», dice el autor de «Àlia la sublim». Alfred Bosch se refiere a su obra como «un libro épico y de predestinación». Habla de un mundo fatalista, en el cual el individuo carga con la propia la condena de su grupo social. «Pienso que los paraísos en la Tierra no existen», afirma el escritor.