El escritor Alfred Bosch (Barcelona, 1961) presentó ayer noche en
Palma su más reciente novela, «Àlia la sublim», editada por
Columna, en el marco de la XI Setmana del Llibre en Català. Si en
su texto anterior, «L'Atles furtiu», galardonado con el Premi Sant
Jordi 1997, el autor situaba en el centro de la trama a los judíos
mallorquines del siglo XIV y convertía en protagonista al
cartógrafo Jafudà Cresques, en esta ocasión su propuesta recala en
los moriscos valencianos del XV.
El protagonista, Saad, es un morisco pobre cuyo destino lo lleva
a ser esclavo de Pere Marc, padre del insigne Ausiàs: como suele
ocurrir en la narrativa de Bosch, la Historia motiva la ficción,
completa la trama, la explica y le da credibilidad. Vemos desfilar
por estas páginas al rey Martí I l'Humà, a los dos Marc de Gandía y
al navegante portugués Gil Eanes, con el cual el lector llega a
embarcarse en un periplo por un Mediterráneo mestizo y abigarrado
de culturas.
Se trata de un decorado histórico que el autor traza con
especial fruición, pero sin pretender en ningún momento recrearse
en una suerte de crónica de la época. «Me atrae recuperar los
filones perdidos del pasado», dice el autor de «Àlia la sublim».
Alfred Bosch se refiere a su obra como «un libro épico y de
predestinación». Habla de un mundo fatalista, en el cual el
individuo carga con la propia la condena de su grupo social.
«Pienso que los paraísos en la Tierra no existen», afirma el
escritor.
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