Lo primero que destaca de «Our very bright darkness», segundo disco
de Satellites, incluso antes de escucharlo, es dónde fue grabado.
Ni más ni menos que en Nueva York.
«Elegimos esta ciudad», explica Joan Antoni Seguí, el batería
del grupo, «porque allí no conocíamos a nadie fuera del mundo
musical. De esta manera nos concentramos en cuerpo y alma en hacer
música». Pero no fue ésta la única razón. Según Jordi Herrera,
guitarra y voz, «también fue por nuestras influencias musicales».
En fin que, sin pensárselo dos veces, hicieron las maletas y se
fueron a la «gran manzana». Allí fueron recibidos por Sammi, amigo,
productor y músico de glam y punk-rock. «Nos pasamos las dos
semanas entre el estudio de grabación y el metro, entre la calle
103 con Broadway y la calle 14», cuenta el bajista J.M.
Puigserver.
Pero valió la pena ya que, como sigue diciendo Puigserver, «el
rock&roll es, en Nueva York, una cultura. Aquí en la Isla el
rockero no pasa de ser un bicho raro». Joan Antoni Seguí corrobora
las palabras del bajista, ya que funcionar en Mallorca como un
grupo de rock es muy complicado». Cuenta Jordi Herrera que allí «la
gente alucinaba con la música punk-rock que se hacía en una isla
perdida del Mediterráneo. Nos decían cosas como que sonábamos
mediterráneos, árabes, aflamencados. No teníamos ni idea de cómo
podía sonar nuestra música en el oído anglosajón».
La experiencia neoyorquina, plasmada en este segundo disco, ha
supuesto «superar una especie de adolescencia». Dice Joan Antoni
Seguí que «la música suena ahora más cruda, como si hubiéramos
tensado una gomita, pero a la vez hay canciones más atmosféricas,
más narcóticas, en las que explicamos la realidad de una forma
intimista con una actitud muy punk. No hay futuro. Lo importante es
el presente».
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