La primera fase de intervención en el taller de Son Boter ha
permitido frenar el deterioro que amenazaba a los graffitis que
Joan Miró pintó en sus paredes, bocetos de algunas de las grandes
esculturas del artista. Según Eudald Guillamet, experto en
restauración y arte rupestre, «el estado de conservación de los
graffitis es bueno con reparos». Son Boter, del siglo XVII, forma
parte de la Fundació Pilar y Joan Miró. Esta primera parte del
trabajo, que se completará con una segunda fase, fue presentada
ayer. «Hemos llegado a tiempo», apuntó Guillamet. El equipo de
especialistas, coordinado por José María Pardo, está integrado,
además de Guillamet, por Ignasi Millet y por el arquitecto Federico
Climent.
La intervención surgió de un simposium que tuvo lugar en la
Fundació en 1985 y de sus conclusiones salió el Plan Director de la
misma. Desde hace unos meses los restauradores han trabajado en Son
Boter eliminando un zócalo de cemento que había sido colocado en
las paredes, en los años ochenta, por un equipo del Instituto
Central de Restauración, de Madrid. Una actuación desafortunada
porque el cemento hizo que la humedad subiera por los muros
impidiendo la evaporación. Este material ha sido sustituido por un
mortero de cal provisional, llamado por los expertos de sacrificio,
que permite recuperar la evaporación y que acabará siendo
sustituido por otro definitivo.
Guillamet también explicó que se han fijado fragmentos de muro
que se estaban descamando y que sólo dos graffitis estaban algo
afectados. Ahora, añadió, para mantener las constantes ambientales
necesarias para la protección de los dibujos, hechos por Miró a
carbón, es necesario una recogida de datos durante 13 meses «porque
hay que analizar cómo afecta el cambio ambiental a través de todas
las estaciones del año». Estos datos se irán analizando cada tres
meses. De su resultado depende la segunda fase de actuación y la
restauración arquitectónica del edificio, sobre la que Federico
Climent señaló que será «mínima» y que afectará, principalmente, a
la recogida de aguas pluviales.
La puerta de entrada será sustituida por una doble, acristalada,
para proteger el ambiente interior del exterior. La apertura de
este taller de Miró al público se hará «antes de un año» para
grupos reducidos y el número de personas dependerá de lo que digan
los datos que se irán recopilando mediante las tecnologías más
punteras. Para Guillamet, los graffitis, cuyo estado de
conservación es «más escandaloso que peligroso», son «más frágiles
que las pinturas rupestres de Altamira».
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