Joan Lluís Llinàs (Palma, 1963), profesor asociado de Filosofía en
la UIB y director teatral, acaba de publicar esta semana el libro
«Educació, filosofia i escriptura en Montaigne».
"¿A quién va dirigido el libro?
"El texto
es una presentación del pensamiento de Montaigne y está dirigido a
un público interesado en la filosofía, pero al mismo tiempo también
puede interesar a cualquier persona preocupada por la cultura.
"¿Qué temas trata?
"El libro habla de la
educación entendida como formación global de la persona, de la
filosofía entendida como arte de vivir y de la escritura como
actividad a la vez filosófica y formativa.
"Montaigne era un gran
escritor...
"Filósofos como Montaigne, Nietzsche u
Ortega tienen una gran calidad literaria y eso hace que sean
atractivos para cualquier lector no versado en filosofía. Además
ofrecen un pensamiento riguroso sobre el mundo que les envuelve, y
esto los hace aún más atractivos.
"¿Qué es un clásico?
"Un clásico ha de
reunir dos cualidades. Una, que haga que puedas descubrir en cada
página que ha escrito elementos de reflexión. Y otra, que sea útil
para plantear los problemas que ahora nos asedian, como por
ejemplo, la violencia, o para indicarnos cómo hemos de plantearnos
la vida.
"¿Qué le parecen superventas como «El mundo de
Sofía»?
"En general, me parecen interesantes los
libros que intentan acercar al público la filosofía. Si hacerlo
implica presentar de la manera más clara posible la complejidad de
los problemas filosóficos ya vale la pena. Ya dijo Ortega que la
claridad es la cortesía del filósofo.
"Háblenos un poco de
Montaigne...
"Montaigne vivió en el siglo XVI, viajó
por Europa y fue alcalde de Burdeos. Pasados los treinta años
decidió retirarse del mundo y ponerse a escribir su única obra, los
«Ensayos». Estos textos son la reflexión sobre todo lo que le
envuelve. Montaigne es muy agradable de leer y te hace pensar
mucho, es una buena vía de entrada a la filosofía.
"¿La filosofía ha de servir para
consolar?
"Más que consolar, la filosofía ha de
ofrecer un espacio para la reflexión, lo que nos hace más libres y
democráticos. La filosofía ayuda a multiplicar los puntos de vista.
Y esto hace que sea más fácil ponerse en el lugar del otro, y creo
que esto es bueno, porque facilita la convivencia. Los filósofos
han de buscar el equilibrio entre la necesidad de estar inmersos en
el mundo y la obligación de tomar la distancia suficiente para
poder pensar lo que pasa. Por tanto, pienso que aunque a veces no
lo parezca la filosofía tiene un sentido dentro de la sociedad.
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