La historia cuenta las vivencias de un grupo de chicos pobres y
otro de ricos. Sus diferencias parecen insalvables, pero la
aparición de un perro cambia la escena y hace que la obra tenga un
final feliz. «Cuando escribí esta pieza, lo que pretendía era que
los niños se divirtieran y, a la vez, pensaran», comentó Bernat
Pujol, autor de la misma.
El hecho de actuar ha ayudado mucho a los niños invidentes.
Llevan dos años juntos en el grupo Es Mussol Teatre y ya han puesto
en escena cinco montajes. Sólo hay tres grupos en España: uno en
Cádiz, otro en Almería y el mallorquín. Se está intentando montar
un festival específico para que los jóvenes puedan enseñar sus
logros y, de paso, incentivar este tipo de iniciativas.
Llevan cuatro meses ensayando. Por primera vez, los niños han
tenido que memorizar textos completos y desarrollar su vena más
dramática. «Sólo han podido improvisar en una escena: cuando sale
el perro. Lo hacen perfectamente», dijo Pujol. Mientras, los trece
integrantes de la compañía ponían a punto una escena. Hay que
ensayar para que todo salga perfecto.
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