La inauguración de la exposición «Àgatha Ruiz de la Prada.
1981-2000» reunió ayer en el Castell de Bellver a buena parte de la
clase política mallorquina, en un clima de gran expectación por
conocer de primera mano los atrevidos diseños de la conocida
creadora.
La presidenta del Consell Insular, Maria Antònia Munar; el
president del Parlament, Maximilià Morales; la consellera de Medi
Ambient, Margalida Rosselló; la delegada del Gobierno, Catalina
Cirer; el alcalde de Palma, Joan Fageda; la regidora de Cultura del
Ajuntament, Carme Feliu (quien lucía un modelo de la propia
diseñadora) acudieron a la «vernisage» de la retrospectiva, junto a
cientos de personas que no quisieron perderse el evento.
Ruiz de la Prada aseguró que «siempre he deseado tener una casa
en Mallorca con vistas al mar, y al fin hoy, con esta exposición,
lo he conseguido. Espero que se me considere como una mallorquina
más». Joan Fageda dijo que «esta exposición es inquietante en
cuanto que provoca una reacción general: no se como decirlo, pero
en cierto modo sus diseños nos acercan a este mundo mágico que
nunca deberíamos haber perdido de lo infantil en el sentido de
estallido de alegría, de viveza, de sensaciones casi mágicas, de
frescura». Acudieron también los artistas Pep Guerrero, Ñaco Fabré,
Ben Jakober y Onofre Prohens y el enigmático hermano de la cantante
Madonna.
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