Francesc Llompart posa en Barcelona junto a la puerta del Espai. Foto: CARLES DOMENECH

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ANDREU GOMILA - BARCELONA En el tercer año del centro del Consell de Mallorca y el Gremi d'Editors de Balears en Barcelona, Francesc Llompart cree que se ha consolidado, a pesar de la escasa atención que recibe de las instituciones baleares, algunas de las cuales se han olvidado completamente de él. En septiembre, cuando el Espai inicie su cuarto año, Llompart dejará su dirección, debido a que quiere regresar a la Isla y proseguir, con más calma, su carrera como pintor. Su substituto o substituta es, todavía, una incógnita.

"¿Cómo valora el tercer año del Espai Mallorca en Barcelona?
"Ha sido el año de la consolidación del proyecto del Espai, confirmándolo como un centro cultural activo. Hemos tenido 43 actos, con una media de 60 visitantes por acto. Dentro de la modestia que tenemos como espacio cultural, estamos muy contentos porque hemos mantenido una programación constante y hemos gozado de una respuesta variable pero, a nivel general, muy buena.

"¿Qué línea de dirección ha seguido el Espai después de la marcha de Sebastià Alzamora?
"Se comenzó una línea que pretendía combinar los principales aspectos de difusión: libros. Hacer presentaciones de autores mallorquines editados tanto en Barcelona como en Balears, pero también libros de autores catalanes, como una manera de abrir el Espai al público catalán. Este año hemos conseguido que nos conozca mucha gente... Una media de 60 personas, con la competencia que hay en la ciudad, es una cifra bastante aceptable. Debemos ocupar nuestro microespacio. El Espai Mallorca tiene un potencial y un futuro. Sólo en Barcelona, hay tres veces más público que en todas las Islas. Pero también, muchísima más oferta.

"El trabajo de los dos primeros años consistió en promocionar grandes autores, que habían sido tratados injustamente en Barcelona.
"Ahora, esto ya está hecho. Entonces, nos hemos concentrado en propuestas más pequeñas, más arriesgadas. También llega un punto en que los autores mallorquines buscan otras fórmulas. El Espai Mallorca no debe copar la actividad de lo balear en Barcelona, sino que debe servir de plataforma a la gente que empieza.

"El hecho de que la gran parte de la programación venga fijada desde Palma, ¿no limita demasiado su trabajo?
"Nos limita muchísimo. La más grande viene por motivos geográficos. Si debes programar algo que tiene un referente tan claro, tienes unas limitaciones en cuanto al producto y en cuanto al mensaje. Existe el peligro de caer en un cierto provincianismo, repetirse... Para romper esta dinámica se deben crear colaboraciones, actuar de otras formas... Y esto no es fácil. Este año, por ejemplo, hemos inciado colaboraciones con entidades de Mallorca muy diversas (Torre de Ses Puntes, Espai Ramon Llull, Casa del Cactus...). Yo sólo criticaría la dificultad que representa no mantener una línea estética. Nosotros disponemos de un mensaje: tenemos lo que está pasando en Balears. Así, las obras son, normalmente, de autores jóvenes, que es otro de los objetivos marcados y hacia donde, quizá, nos deberíamos especializar, para que el público pudiese orientarse... Por otro lado, los editores de Balears no han acabado de descubrir el potencial del público catalán. La mayoría de las publicaciones que nos llegan son demasiado localistas, con un sentido en Mallorca, pero que aquí tienen una difícil difusión y repercusión.

"¿No cree que la distribución es el principal problema de los editores?
"Ahora mismo, los editores se están moviendo en este asunto. Hace un año y medio, en el Espai Mallorca organizamos un almuerzo con más de 40 libreros de Catalunya, el presidente del Gremi d'Editors de Balears (Francesc Moll) y el director general de Cultura del Govern balear (Pere Muñoz) para poner en marcha un proyecto que creo que ahora se realizará: un sistema de distribución constante en las librerías de Catalunya. Es cierto que los libros editados en Balears no se ven en las librerías de Barcelona. Menos mal que existe el Espai Mallorca porque muchos ni siquiera llegarían. Hay algunos que son muy buenos y han recibido algún premio, como el de Sebastià Perelló (Premi Llorenç Villalonga de narrativa de Binissalem), que no tienen una difusión adecuada. Lo presentamos aquí y tuvo cierta repercusión. Pero lo triste es que este libro sólo lo puedas encontrar en el Espai Mallorca...

"¿No piensa que hace falta montar una programación más de conjunto, más global?
"El problema es que no disponemos de un presupuesto. Tampoco de una organización adecuada. Montar una exposición y alrededor de ella realizar otras actividades paralelas, sería el camino.

"Sin embargo, ¿sería interesante poder producir?
"Claro, pero es una cuestión de presupuesto. Sólo promocionamos lo que nos llega de Mallorca y esto es lo que nos dificulta mantener una línea más clara.

"Después de su marcha en septiembre, ¿qué cree que necesitará el centro?
"Más apoyo para que tome unas líneas de actuación más claras. Pero claro, para conseguir esto necesitamos un mayor apoyo de las instituciones insulares, de sus espacios culturales... Hasta ahora, nos llegaban las cosas en cuentagotas. Por ejemplo, pediría a los editores que tengan en cuenta al público catalán. En Mallorca se publica mucho, muchas cosas interesantes, pero también muchas que no tienen calidad.

"¿El Espai Mallorca debería pertenecer al Govern desde el momento en que la única misión de su Conselleria de Cultura es la promoción exterior y la coordinación interinsular?
"Esto es un tema que se debatió, pero que no ha funcionado, ya que cambiar no es tan fácil. Hemos colaborado con el Govern pero, al no tener una relación directa con ellos, las cosas son más difíciles. Aquí colaboramos con el Institut de Cultura de Barcelona y otras instituciones. Además, el Consell ha tenido unos años de ponerse en marcha y, como nosotros ya existíamos, nos han dejado un poco de la mano de Dios. Lo que debe quedar claro es cual es la función del Espai Mallorca y cuales son las obligaciones de las instituciones y también del Gremi d'Editors. No sólo es el Espai Mallorca quien debe tener obligaciones y objetivos, sino que editores, Consell y Govern deben plantearse unos objetivos. El Espai Mallorca interesa a todos. El Consell Insular no quiere deshacerse de él. Y están contentos con él.