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La figura del dominico San Vicente Ferrer ilustra una tabla del gótico mallorquín recientemente hallada en la capilla particular de un predio rústico y que era desconocida para los expertos. Sus propietarios han facilitado el estudio de la pieza, que ha sido publicado la pasada primavera en el último número de la revista «Archivo Español de Arte». El santo valenciano aparece retratado de cuerpo entero sobre un fondo dorado. En total la tabla mide 90 x 1'90 centímetros. En esta obra San Vicente Ferrer, que estuvo en Mallorca en 1413, es presentado a los fieles mallorquines del siglo XV en actitud de predicar, con un libro en la mano y sobre un pavimento de baldosas tan característico de las pinturas de la época.

El padre Gabriel Llompart, estudioso del patrimonio artístico local, y experto en arte gótico, apunta: «No creo que ningún conocedor del gótico mallorquín ponga objeciones a nuestro parecer de que la pintura es obra del taller de Rafael Mòger, (1424 1490) que fue pintor oficial del ayuntamiento de Palma, y quien acogió a Pere Nisard cuando viajó a la Isla». Pere Nisard es otro de los pintores góticos destacados que trabajaron en Mallorca. Para Llompart, la pintura debió estar en su tiempo presidiendo la capilla desaparecida del convento de Santo Domingo.

«La obra en cuestión, que sospechamos fue la primera importante en Mallorca en tener culto del mencionado santo, es sencillamente elegante en su sencillez: ornamentos blancos y negros, aureola multicolor, azulejería valenciana, fondo de oro con gofrados repetitivos en la escuela mallorquina», dice Llompart. Para este experto, con el descubrimiento de esta pintura «es el patrimonio cultural de la Isla el que se enriquece. Ello podría animar a otros propietarios de obras todavía inéditas a darlas a conocer». En este sentido, el estudioso apunta: «En nuestra ciudad había hace años la convicción de que quedan tablas desconocidas de Pere Terrencs».

Rafael Mòger pertenece a una dinastía de artistas, pintores y escultores, procedentes de Sencelles. Miembro destacado de la comunidad pictórica de la segunda mitad del siglo XV, tenía su taller en Palma, cerca de la iglesia de Santa Eulàlia. Estudiado por el padre Llompart, de él destaca su sentido de la monumentalidad y cierta solemnidad, hechos que se manifiestan por un particular sentido del lujo que se muestra mediante grandes imágenes, inexpresivas, duras, miméticas, reiterativas y estereotipadas, siempre acompañadas por una extraordinaria profusión de dorados. En su pintura no se puede negar el encanto del primitivismo.