Permanecer 12 horas sin dormir por voluntad propia no es algo que
todo el mundo haga. Y menos si lo que se busca es el miedo. Las 12
Horas de Cine de Terror de los Multicines Chaplin cumplen con estos
dos objetivos: no se duerme y se pasa auténtico pánico. La 19
edición empezó la madrugada del sábado y se alargó hasta el
mediodía del mismo día. ¿Qué quedó en los supervivientes tras
visionar las siete películas? Sueño, mucho sueño, caras cansadas y
ojeras. Entraron unas 500 personas pero salieron, aproximadamente,
la mitad.
Todo empezó el viernes por la noche cuando, a las 21.00 horas,
llegaron los primeros cinéfilos. Se pusieron tras las vallas y
esperaron. La cola creció con el paso de las horas. Todos querían
coger un buen sitio, el mejor para lograr combatir el insomnio y
resistir el sueño. Casi cuatro horas más tarde, a las 24.40 horas
del sábado, las puertas se abrieron. Los jóvenes se adentraron en
el cine, despacio, sin prisas. Los que sí corrieron fueron los
últimos en llegar: los mejores sitios ya estaban ocupados y tenían
que ser rápidos si no querían ocupar un rincón o, lo que hubiera
sido peor, sentarse separados.
Dentro les esperaban los monstruos del Chaplin. La taquillera
llevaba un cuchillo que le atravesaba la cabeza. Los vendedores,
caretas horrendas y demoníacas. Un ataúd, rodeado de velas rojas,
presidía el camino hacia la primera sala abierta, la número dos, la
primera en llenarse. La número cuatro, más grande, tardó un poco
más. Se proyectaron siete películas. Todo empezó con «Destino
final», la historia de un hombre perseguido por la muerte. La
siguiente, «Hannibal», la continuación de «El silencio de los
corderos».
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