Una vez dijo que no era cantante, sino una actriz que cantaba.
Cantar era un sueño casi infantil, aquello que se imaginaba
haciendo cuando era pequeña y que se hizo realidad cuando creció.
Hanna Schygulla siempre quiso convertir la música en parte de su
vida, al igual que siempre quiso dialogar con Bertolt Brecht. El
mejor medio para unificar ambos ideales: el teatro. El resultado de
la mezcla, «Brecht... Aquí y ahora», se estrena esta noche en el
Auditòrium a las 22.00 horas.
En la obra la actriz recita poemas y canta en alemán. Lo
comentado lo explica en castellano. «Sería un pecado si el público
no entendiera lo que expreso». Brecht se une a Schygulla, las
vivencias de ambos se mezclan para formar un todo. «Se trata de un
intento de contar una obra en pedazos y retazos tal y como se quedó
dentro de mí». ¿Cómo una pieza puede influenciar la vida de una
persona? «Inventé un diálogo con un autor ausente pero presente en
mí», afirmó la actriz. Aquello que recordaba de una primera lectura
de juventud se convirtió en «Brecht... Aquí y ahora». El recuerdo,
«la huella», todo aquello que «cuenta mucho sobre nosotros».
Schygulla define su personal adaptación de textos de Brecht como
«diferente a las hechas hasta el momento» porque «ha pasado por el
filtro de mi vida». En la obra se combinan textos del autor alemán
con otros de la actriz nacida en Polonia. La intención, «contar la
persona que soy». «El público no quiere ver el medio que somos,
quieren ver quién es el ser tras la máscara, la transformación».
Brecht quería hablar de los hombres, de la sociedad para tener una
conciencia y lograr, de esta manera, «inspirar el cambio». Por todo
ello, sus textos todavía valen hoy. «Es interesante intentar ver el
mundo en manos de gente que cree en la necesidad de ser solidario»,
afirmó Schygulla. En estos momentos de crisis mundial, «de
destrucción, en el que se percibe un abismo, algo terrible», es
cuando más se necesita creer en «los valores que pueden dar
fuerza».
Respecto a su relación con la música, la actriz reconoce que no
se ha preocupado por el qué dirán. «No quería tomar lecciones de
canto. Cada fase que vivo significa entrar en una aventura
expresiva nueva». La música llegó cuando Schygulla ya había quemado
otras etapas interpretativas. Empezó por casualidad en el mundo del
cine. Un cursillo de arte dramático le llevó a conocer a
Fassbinder, su descubridor, en un momento en que no sabía qué hacer
con su vida. El director alemán se fijó en ella y la llamó, años
más tarde, para protagonizar una película, la primera. «Las dudas
que tenía hasta ese momento desaparecieron».
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