Compay, que ayer sólo había salido del hotel para comer, pasó la
tarde descansando hasta la hora de partir a Costa Nord. El músico
iba elegantemente vestido con un traje gris oscuro y su inseparable
sombrero. Jovial, como tiene acostumbrados a sus fans, el Elvis
Preysler del son cubano disfrutó estos días con todo lo que pudo
conocer de la Isla. Así lo manifestó a este reportero con la
simpatía que le caracteriza aunque sus hijos, "dos de ellos viajan
con él", y todos los que integran su equipo, una veintena de
personas, le cuidan y le protegen debido a su edad. Ayer no fue el
único día que abandonó el hotel para pasear por Mallorca.
El autor del «Chan Chan» conoció el escenario de su concierto el
mismo jueves en que aterrizó en Son Sant Joan durante una comida en
la que degustó un menú típico mediterráneo. Fue un rato en el que
pese al cansancio del viaje se mostró muy animado. Después, sus
acompañantes decidieron enseñarle la sierra de Tramuntama. El paseo
finalizó en s'Estaca, la casa de Michael Douglas, donde comentó que
la isla le estaba gustando tanto que hasta se planteaba la
posibilidad de venir a vivir. En la finca probó un vino mallorquín
de elaboración artesanal y dijo que la posesión le había
impresionado mucho.
A juzgar por este programa, sus 94 años no le impiden saborear
la vida en toda su intensidad, pero siempre con el cuidado de los
que le rodean. Por ejemplo, un médico le visitó en el hotel para
hacerle un chequeo ya que sus más de noventa primaveras le obligan
a revisiones constantes. Compay Segundo nació un día de 1907 en
Siboney. Fernando Repilado se ganó con el tiempo su apodo actual,
Compay, que significa compañero y simboliza la amistad, filosofía
que el cantante ha sabido seguir a lo largo de los años. Esta
noche, con las entradas agotadas desde hace ya tiempo, dará lo
mejor de sí a sus seguidores.
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