Eugenio Granell, considerado el último representante del
surrealismo español, falleció el miércoles por la noche en su
residencia familiar de Madrid tras una larga enfermedad. El artista
pluridisciplinar recibió hace unos meses la Medalla de Oro del
Círculo de Bellas Artes en atención a su trayectoria. Nacido en A
Coruña en 1912, Granell dibujó y pintó desde niño, aunque su primer
contacto con el mundo artístico fue a través del violín. El pintor
se exilió a París tras la Guerra Civil Española y no volvió a
España hasta 1965.
Con una producción artística versátil, Granell realizó un
recorrido pictórico por varias tendencias hasta encuadrarse de
forma definitiva en el surrealismo, que él mismo calificó en su
«Manifiesto Surrealista» de 1924 como «una forma de entender la
vida, con precedentes en la Historia y que André Breton
institucionalizó». Las columnas que mantienen esta tendencia son
«la libertad, la poesía y el amor».
El artista se trasladó a Nueva York en 1957. Allí expuso
regularmente en la Galería Bodley y participó en importantes
colectivas como la del MOMA de 1962. Ésa fue la época de su
consagración mundial con exposiciones en París, Milán, Buenos
Aires, Bélgica, Holanda, y Chicago, entre otros lugares. La obra
pictórica de este coruñés está repleta de elementos simbólicos y
alquímicos, muy coloristas, como los espejos o las piedras
filosofales ocultas bajo otros nombres supuestos. Eugenio Granell
se doctoró en sociología y antropología por la New School for
Social Research de Nueva York, además de ser catedrático de
Literatura Española en el Brooklyn College.
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