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Una vida dedicada a buscar entre la tradición oral esas viejas canciones que los antepasados de los antepasados cantaban. Encontrar las letras y restituirles su música perdida en el tiempo para mostrar el resultado a los herederos. Éste es el trabajo de Rosa Zaragoza, recuperar el pasado musical de las culturas sefardita, musulmana y cristiana. Esta noche, a las 20.00 horas, mostrará «La mística de las tres culturas» en el Teatre de Manacor. Para esta ocasión, contará con la participación de Miquelina Lladó, cantante del grupo Música Nostra, y de Jordi Vallespir, y se podrán oír instrumentos característicos como el llaüt árabe. El concierto rememorará las canciones «de las tres culturas que convivieron en la península en un momento dado». El motivo, «recordar una época donde existía la convivencia», aseguró Zaragoza.

«En un momento en que la convivencia está revuelta, estaría bien que la gente se replanteara que es posible vivir juntos de nuevo». Como en tiempos de Al-Andalús. De esta manera, sonará música espiritual del cristianismo como una Sibil·la; piezas litúrgicas que celebrarán el Shabbat judío y canciones sufíes como una obra de Ibn Al-Arabi, un místico de Al-Andalús que recuerda «a un tiento flamenco».

Su primer descubrimiento fue hallar la letra de cinco canciones de los judíos catalanes en Jerusalén que «narraban los consejos de un rabino al novio y a la novia». El proceso de recuperación continuó con la música. Las canciones sefarditas se componen de unas 2.000 variantes melódicas. «Hice lo mismo que los trobadores, cogí la métrica y adapté la letra a las canciones ya existentes», dijo Zaragoza.

Los hallazgos encontrados tras «años de búsqueda, de captura e investigación» beben de la tradición oral y no pueden encontrarse en archivos. «Primero debe escucharse y después aprenderse», aseguró. La cantante reconoce que «todo está escrito» pero que «la oralidad funciona por emociones» y que en el texto «interviene la mente». Por ello, prefiere oírlo. «Cuando se escucha una canción funcionan los sentimientos y no hace falta que el pensamiento aparezca».