Aspecto de la exposición organizada en la Fundació Pilar i Joan Miró.

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Toda la iconografía clásica del autor, con sus naturalezas muertas, sus pájaros y sus escenas de tauromaquia, dibujada en platos, jarras y baldosas. El afán por descubrir nuevas maneras de plasmar su arte llevó a Picasso a probar suerte en el universo de la cerámica. El resultado fueron más de 2.000 piezas, 60 de las cuales podrán verse a partir del próximo sábado en el Museu d'Art Contemporani Can Planes de sa Pobla en la muestra «Ceràmiques de Picasso. 1947-1969». Las obras forman parte de la colección de la Fundació d'Art Serra.

Se trata de piezas limitadas realizadas por Picasso a partir de los mismos principios que rigen sus ediciones de obra gráfica pero con la particularidad que supone el material empleado. El artista malagueño utilizó dos procedimientos. Por una parte, la réplica exacta del original a partir de los volúmenes y de la estampación. Por otra, la transferencia de un tema original a partir de una matriz de yeso endurecido sobre el que se aplica pasta de cerámica fresca para su estampación.

La exposición, comisariada por Lola Durán, ha visitado diversos lugares. Empezó su recorrido en la Fundació Pilar i Joan Miró en 1998 para luego trasladarse a Sevilla. De la capital andaluza pasó a Sassoferrato, Italia, y, de aquí, al claustro del Convent del Sagrat Cor de Sóller. Después fue a Jaén y, de allí, hasta Eivissa, el último destino antes de presentarse en el Museu de Can Planes. En los últimos años, las cerámicas de Picasso han conseguido un gran auge en popularidad y en buena crítica. La gran exposición organizada por el hijo de Picasso, Claude, en la Royal Academy of Arts de Londres, que posteriormente fue exhibida en el Metropolitan Museum de Nueva York, ha significado que este arte picassiano consiguiera una rápida aceptación popular.

En la exposición están presentes todas las formas y técnicas que Picasso experimentó durante ese periodo de tiempo. Mujeres, mitología y, especialmente, el mundo de los toros conforman las temáticas que el artista de Málaga trató y que pueden verse en la muestra. Un ejemplo es «La comida de las manchas», una serie de ocho platos que narra los diferentes aspectos de la fiesta nacional, desde el paseíllo a la estocada y la vuelta al ruedo, con fondos policromados y motivos en negro.

Picasso se interesó desde joven por el mundo popular de la cerámica. En 1946 el artista se encontraba en Vallauris, zona en la que abunda la arcilla roja. El 26 de julio de ese año decidió visitar a la familia Ramié, quienes le introdujeron en el mundo de la cerámica. Un año después, regresó y empezó a practicar la nueva modalidad expresiva. Primero se centró en el esmalte y las superficies planas, pero no le bastó, por lo que decidió adentrarse en la tridimensionalidad. Más tarde, notó que necesitaba algo más y empezó a crear sus propios soportes y nuevas figuras. Fue el interés de Picasso y Miró por la cerámica lo que convirtió este proceso en una expresión artística.