Detalle de la fachada del casal, ubicado en la calle Convent de Sant Francesc. Foto: T.AYUGA.

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El casal de Can Fàbregues será rehabilitado íntegramente para acoger un museo. En estos momentos ya se trabaja en el proyecto museográfico en torno a dos líneas de acción. Por un lado, se quiere convertir el centro en un recorrido por la historia del turismo en Balears. Por otra, se pretende que el museo sea la presentación de la Palma antigua y de nuestra comunidad.

En la iniciativa participan las conselleries de Presidència, Turisme y Cultura y la idea es que este año empiecen los trabajos de rehabilitación. El palacio ocupa una superficie de 619 metros y dispone de 1.700 metros cuadrados construidos. Actualmente su estado su estado es prácticamente ruinoso, lo que obligará a realizar una rehabilitación completa. Desde la dirección general de Patrimoni, Antoni Garcies afirmó que las características constructivas del palacio obligarán a que la recuperación se haga artesanalmente. El casal, construido con estructura de base gótica, tiene muchos detalles que deben recuperarse manualmente. Además del estilo gótico, Can Fàbregues ha incorporado elementos de los sucesivos estilos arquitectónicos.

El palacio es propiedad pública desde 1985. El Ejecutivo Balear lo adquirió de manos de Teodora Barceló y el objetivo inicial era construir diversas dependencias y oficinas del Govern. Al cabo de pocos años, se inició una reforma y rehabilitación que significó la reconstrucción de la cubierta. En la actualidad, el edificio está apuntalado. Cuando empezó a gobernar el Pacte de Progrés, el casal estaba en venta, aunque se decidió rescatarlo.

Un casal que recibe su nombre de un inquisidor que lo habitó
La decisión de rescatar el edificio descartó la opción de que se convirtiera en oficinas, decidiendo dotarlo de alguna función pública,lo cual ha sido la opción finalmente elegida. La historia de Can Fàbregues abarca muchas etapas de la propia historia palmesana y de las Illes Balears. Ubicado en la calle Convent de Sant Francesc, recibe su nombre por haber sido la residencia del inquisidor Jaume Fàbrega Bauçà, que vivió entre 1715 y 1785. Este personaje mallorquín fue nombrado en el año 1757 prévere y, después de obtener un beneficio en la Seu, se incorporó al tribunal inquisitorial. En ese lugar ejerció y ocupó diversos cargos, como el de abogado de presos, juez de bienes confiscados y, finalmente, el de inquisidor.