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Un olor especial, un tacto diferente según el país de procedencia, un grosor, una «obsesión». Joan Ferrer lleva desde los 15 años enganchado a los LP tras comprar el primer disco de los Pekenikes. Veintisiete años después, sigue afirmando que es un «adicto al vinilo». Parte de su colección, integrada por unos 10.000 discos, podrá verse en una exposición que se inaugurará mañana en s'Escorxador de Marratxí.

La primera edición española de los Bee Gees, el primer LP de Marisol, grabado en México, o la reedición de las canciones de Marilyn Monroe son sólo algunos ejemplos de los casi 200 discos que se podrán ver en la muestra. La portada centró la selección. «Tenía que llamar la atención». La exposición recorre «los años 60 y 70» y se compone de «trabajos estadounidenses e ingleses, más algunas piezas españolas». Lo que cuenta, «que sean primeras ediciones», dice Ferrer.

La psicodelia, el pop, los surfers, los elefantes, la juventud. Todo un recorrido por otra época. «Inglaterra era la gran fábrica de música y Estados Unidos la seguía». Para Ferrer, la razón de que aparecieran tantos discos fue «la facilidad con que se triunfaba si se seguían las líneas que estaban de moda». A más discos, más ansias de comprar. «El coleccionista busca la satisfacción de encontrar una pieza», aseguró. Además, al adquirir tantas obras, no queda tiempo «para escucharlas todas».

Ferrer busca cada sábado y cada domingo por los rastrillos de Magalluf y Consell. Sin embargo, el exigir cada vez más hace que los hallazgos que encuentra no sean lo suficientemente buenos. Por ello, la búsqueda de los vinilos traspasa las fronteras de la isla hasta Barcelona, Madrid y Valencia. «Los LP llegan en cuentagotas a Mallorca», dijo Ferrer. Siempre hay un objetivo, como «el primer disco de David Bowie», que, con el tiempo, se «acaba encontrando».