En las dependencias del CIM se restauran las ánforas halladas en
1998 en un pozo de Aucanada, en sa Font de ses Aiguades, en una
excavación de urgencia después de que unos espeleólogos dieran
cuenta del hallazgo. Responsables de la Comisión de Patrimonio
explicaron ayer que las ánforas fueron rescatadas del mar «porque
estaban en peligro» debido a obras en la zona y que «todas las
actuaciones fueron correctas y ajustadas a derecho».
Miquel Barceló, jefe del Àrea de Patrimonio Histórico del CIM, y
Miquel Àngel Grimalt, director insular de Urbanismo, aseguraron
ayer que el permiso de excavación se había dado a los arqueólogos
del CIM Biel Pons y Jaume Cardell y que, debido a la «peculiaridad
de la intervención, que requería conocimientos con espeleobuceo, y
a la vista de que Patrimonio Histórico no contaba con ningún
técnico cualificado con esta práctica, la excavación fue llevada a
cabo por un profesional de espeleología y buceo contratado por el
CIM bajo la dirección de los arqueólogos de Patrimonio Histórico».
De «modélica» calificaron ayer la actuación de «espeleólogos y
arqueólogos». El CIM «aclara» así los hechos sobre la excavación
debido a que, en la Comisión de Patrimonio del pasado miércoles, se
resolvió «abrir una investigación», sobre la excavación de
Aucanada, después que ARCA pidiera información sobre la misma en la
Ponencia Técnica.
«Lo que parece ser es que allí no se ha autorizado nada», dijo
Grimalt tras la citada Comisión, donde Miquel Barceló había
informado de la petición de ARCA, que se interesó por esta
excavación debido a un artículo de la revista «Endins», publicación
de espeleología que subvencionan El CIM, el Govern balear y Sa
Nostra. En él los espeleólogos que participaron en la excavación
explicaban el rescate de las ánforas mediante fotografías y
gráficos. Como publicó ayer Ultima Hora , Xisco
Gracia, de la Federación Balear de Espeleología, y uno de los
firmantes del artículo, dijo a este periódico que los espeleólogos
habían trabajado en la excavación con un permiso concedido el 23 de
diciembre de 1998.
Los espeleólogos también mostraron su malestar por lo que se
había dicho en la Comisión de Patrimonio. «Realizadas las oportunas
comprobaciones, que no se habían podido hacer antes debido al
traslado de nuestras oficinas y archivos a las nuevas instalaciones
de la calle General Riera, todas las actuaciones fueron correctas»,
dijeron Barceló y Grimalt. El 22 de diciembre de 1998, «un
inspector y un arqueólogo hicieron acto de presencia en el lugar,
comprobando el peligro de destrucción del pozo y de pérdida del
material arqueológico». En el CIM «lamentan que se haya podido
poner en duda la buena reputación de personas, grupos o
entidades».
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