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En el Museo de la Guerra, en Londres, se inauguró hace unas pocas semanas una magnífica exposición que lleva por título «The Spanish Civil War»; aunque parezca que el título lo dice todo o casi todo, no es así, ya que en la muestra puede admirarse una magnífica representación del arte de aquella época.

Por ejemplo, en el capítulo carteles, se exponen algunos del que fuera famoso cartelista de la República, Josep Renau, del que por cierto pudimos admirar una amplia representación de sus carteles hace unos pocos años en La Caixa. Además de Renau hay obras de Pedrero, su «El Generalísimo» es sencillamente genial. Asimismo se exponen carteles de José Bardasano y de Jaume Solà, cuya inscripción en grandes letras més homes, més armes, més municions es un patético grito de las necesidades de las tropas republicanas.

En el capítulo escultórico sobresale muy especialmente la famosa, y nunca suficientemente elogiada, «Monserrat» de Julio González. Esta obra posee un fuerte simbolismo de los sufrimientos del pueblo español durante la Guerra Civil. Estuvo expuesta en el famoso pabellón de la República en París en 1937 "significa un apoyo al entonces legal Gobierno del país", junto con el «Guernica» de Picasso y obras de Miró y Calder.

En las fotografías sobresalen muy especialmente las de Robert Capa y las de Terry Frost. En las obras de Capa queda reflejada toda la crueldad y dureza de una guerra entre hermanos. Y por último, en pintura, debemos señalar un cuadro lleno de fuerza y de vigor de Pierre Daura titulado «Soldado Leal», así como un bodegón, con todos los ingredientes de la España folklórica, de Juan Borrás, que lleva por título «Vieja España» y el sugerente «Pro Patria» de John Amstrong. La obra de Aurelio Arteta titulada «Tríptico de la guerra» es una perfecta muestra de la capacidad técnica de este artista vasco. También Javier Bueno, con «El combatiente español», nos ofrece una obra que recuerda a nuestro incomparable Zurbarán.

Entre los pintores famosos cabe destacar el óleo de René Magritte «Le Drapeau Noir», una visión originalísima del gran artista belga que, con evidente premonición, nos hace pensar en la serie de filmes que últimamente se han realizado acerca de la guerra de las galaxias. De Pablo Picasso hay una serie de dibujos interesantísimos, la mayoría de ellos preparatorios para su gran «Guernica», destacando especialmente «Caballo y madre con niño muerto» y «Mujer llorando». Asimismo, de Salvador Dalí nos sorprende una obra titulada «España», que pertenece de lleno a la mejor época daliniana. Igualmente Calder, Alexander Calder, el autor de «La fuente de Mercurio», que se expuso en el ya citado pabellón de la República en París, ofrece su gouache titulado «Spanish Refugee Aid». Por último, de Joan Miró puede admirarse su magnífico «Aidez l'Espagne» y también un grabado cuyo título es «L'eveil du géant». Debe señalarse, por cierto, que extraña que en las grandes librerías inglesas y francesas dedicadas al arte, así como en las librerías de los principales museos, existen muy pocas obras con muy pocos ensayos dedicados a «nuestro» gran artista. Las pocas obras que pueden localizarse son antiguas ediciones de los ensayos de Roland Penrose o de Jacques Dupin. Mientras aparecen ininterrumpidamente obras dedicadas a Picasso, a Dalí y a Tàpies, da la sensación de que la edición bibliográfica mironiana está paralizada. Creo que esta cuestión bien valdría la pena que la analizaran los miembros de la sociedad Sucesión Miró. Por el contrario, sí pueden encontrarse muchos souvenirs mironianos: lápices, gomas de borrar, calendarios, vasos, platos, velas y un sinfín de objetos que, a mi modesto entender, nada ayudan a la gloria de Joan Miró.