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El director del laboratorio de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada, José Antonio Lorente, explicó ayer la situación en que se encuentra la investigación para determinar el posible origen mallorquín de Cristóbal Colón. Lorente, que está estos días en Palma, puso de relieve que a estas alturas ya se ha solicitado permiso a la Junta de Andalucía y al Arzobispado de Sevilla para tomar muestras de los supuestos restos del conquistador del nuevo mundo que se encuentran en la Catedral de Sevilla.

Tras la muerte de Colón, ocurrida en Valladolid en 1506, su cuerpo fue trasladado varias veces para que se cumpliera su última voluntad, que era ser enterrado en la República Dominicana. Según diversa documentación, fue llevado en 1509 a Sevilla y, de allí, a la República Dominicana en 1537. Sin embargo, dos siglos después parece ser llegó a Cuba, en 1778, y en 1898 volvieron definitivamente a Sevilla. De todas estas hipótesis, según Lorente, «las que tienen más fiabilidad son las que afirman que los restos de Colón están en Sevilla o en la República Dominicana, donde es bastante venerado».

La investigación, en la que además del departamento de Lorente está la Associació Cultural Cristóbal Colón y un grupo de trabajo dirigido por Marcial Castro, solicitará permiso para tomar muestras de los restos de la urna de la República Dominiciana, que se abren cada octubre.

Una vez se tengan estas muestras, se compararán con las de los familiares directos, por ejemplo con las de su hijo Hernaldo, que está en Sevilla. Una vez identificado Colón, el siguiente paso es localizar a la auténtica momia del Príncipe de Viana, supuesto padre de Colón después de una relación amorosa con la mallorquina de la Alqueria Roja, Margarita Colón. El problema es que los restos que hay en su sepulcro de Poblet no coinciden con los que se supone son de su madre, Blanca de Navarra. La momia tiene dos espinas dorsales y tres tibias de diferentes ADN.