Miquel Barceló junto a la ministra de Cultura, Pilar del Castillo. Foto: J.TORRES.

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CRISTINA ROS - JOAN TORRES «Quiero guardar un cierto misterio sobre mi trabajo en la Seu», aseguraba ayer Miquel Barceló tras inaugurar una exposición de algunas de sus últimas obras en una sala anexa al claustro románico de la abadía de Santo Domingo de Silos. Aun así, esta muestra, que recoge tres pinturas de mediano formato y doce piezas de cerámica, incluye algunos bocetos de la que será su ya próxima intervención en la capilla de Sant Pere de la Catedral de Mallorca, erigiéndose ésta en la primera presentación que hace el artista de este proceso de trabajo. «Aunque nunca hago proyectos muy precisos, pues cuando trabajo me dejo llevar por el material y el contacto con éste, las piezas de esta exposición realizadas en unos talleres de Vietri, en Italia, son de alguna forma ensayos para encontrar la técnica adecuada y para ver cómo responde la silla a estos volúmenes, formas y dimensiones», afirmó el artista.

«La arcilla se vuelve pan sin hacer apenas nada; es un material dúctil, pero no dócil», aseguraba Barceló frente a una pieza que, precisamente, muestra un pan de generosas dimensiones, terracota y pintura negra. Más allá, dos relieves de moldeados sinuosos los cuerpos y grandes las cabezas de unos peces de bocas llamativamente abiertas. «Me interesan estos agujeros como zonas oscuras. Es, de alguna forma, el vacío, el interior de la obra», dice quien antes había citado como uno de sus referentes a Fontana, además de Picasso y Miró "«¡qué absurdo que éste no pudiera realizar su sueño en la Catedral!». El pintor habla del proyecto de la Seu como «un trabajo largo y muy laborioso». Serán, según sus palabras, «unos 300 metros cuadrados, de casi 20 metros de altura, que recubrirán la Capella de Sant Pere como una segunda piel, con volúmenes que exceden el metro de grosor. Con una terracota de color muy similar al de la piedra arenisca con la que se construyera la Catedral, ésta se pintará con tonalidades blancas, negras y algunas zonas de color muy potente. El tema, ya se sabe, es el milagro de los panes y los peces, en una alegoría que entra perfectamente en la línea temática de mi pintura».

«Estoy trabajando en ese proyecto todos los días, en Vietri, pero no puedo decir cuándo estará acabado, ya que es muy difícil poner plazos de ejecución cuando se trabaja con una técnica nueva. Esta segunda piel de cerámica se realizará enteramente en esos talleres italianos; después, la montaremos en la capilla como si de un puzzle se tratara. No me interesa que se vean las distintas piezas como una cuadrícula, como se ven habitualmente los murales de cerámica. Estoy trabajando esta obra como si fuera un gran cuadro, sin rupturas, lo que es una técnica inédita», dice el artista, antes de confirmar que podría estar trabajando en la Seu «dentro de seis meses y tener el trabajo acabado en un año o año y medio». Para una segunda fase, dijo, quedan los vitrales, «que probablemente se harán en Toulousse, y las gárgolas, de las que sólo tengo dibujos y que se trabajarían en Vietri».

Aunque los trabajos preparatorios de la intervención en la Seu palmesana centraron ayer, en Silos, gran parte de la atención informativa, no son éstos centro ni protagonistas de la exposición en la Abadía, una muestra de escasas dimensiones, con piezas de tamaño discreto, en la que, sin embargo, se contemplan los temas esenciales de la obra de Barceló en los últimos años: cabras, cerdos, camellos y otros animales, cráneos "«objetos de magia y presencia intensa en Àfrica, donde paso parte del año como una forma de limpieza física y espiritual»", productos de la huerta y mapamundis "«algo que viene de la tradición cartográfica de Mallorca, de la que, como mallorquín, me puedo sentir orgulloso: es un acto de crear mundos sin salir de la Isla». De las tres pinturas que se exhiben, dijo estar trabajándolas con el cuadro del revés, colgado en el techo, «produciéndose unas estalactitas, que son pintura acumulada como imagen del paso del tiempo», y las relacionó con su admiración «por las cuevas de la Isla».

Acompañado de su madre, arropado por la ministra de Cultura, Pilar del Castillo "«como seguidora del arte contemporáneo, tengo una enorme debilidad por Barceló y creo que estamos ante una de esas aportaciones universales indiscutibles»", y custodiado por el abad "«¿Por qué no vamos a ser rompedores a principios del siglo XXI si lo fuimos en los siglos XI y XII?»", por los galeristas Bruno Bischosberger y Soledad Lorenzo, por el director de Centro de Arte Reina Sofía, Juan Manuel Bonet "«Barceló es capaz de conciliar los extremos, como la tradición y la ruptura»", el pintor y el comisario de la muestra, el también mallorquín Enrique Juncosa, confesaron haber pensado que «los proyectos de la Seu tendrían mucho sentido en esta abadía como templo que es de la espiritualidad».

Una vieja capilla en Sicilia, la Seu de Palma y, entre tanto, Santo Domingo de Silos, le preguntamos a Miquel Barceló por sus creencias religiosas. «Soy completamente ateo, pero lo cierto es que me encuentro mejor en las iglesias que en los museos», dice para acabar con un irónico «será que persigo la santidad».