La Reina de la Salsa o la Guarachera de Oriente lleva más de
cincuenta años sobre el escenario desplegando su arte latino. Nació
cantando en la década de los 30 en un típico solar de La Habana del
barrio de Santo Suárez. De pequeña, tatareaba nanas a sus hermanos
pequeños, sus primeros oyentes, oyentes que, con el paso del
tiempo, se convirtieron en numerosos. El próximo 11 de agosto su
voz sonará en el Gran Casino Mallorca en un concierto que servirá
para presentar el Club Latino del centro. Cruz hará de maestro de
ceremonias.
Segunda hija de un ferroviario, Cruz estudió magisterio y luego
pasó por el conservatorio, donde su profesor se enfadó con ella por
resistirse a cortarse las uñas. Sus primeros pasos en el mundo de
la música los dio a través de concursos radiofónicas. Con el
primero ganó una tarta pero cuando triunfó en el programa «La corte
suprema del aire» el premio ya fue de 15 dólares. Celia Cruz se dio
a conocer en el resto del mundo con el grupo Sonora Matancera,
formación en la que permaneció durante 15 años y cuyo primer éxito
fue «Cao, cao, mani, picao».
Desde 1961 reside en Estados Unidos. En esa época empezó el
movimiento de la música tropical que se conoció como salsa. A
partir de ese momento, Cruz trabajó con las orquestas de Tito
Puente, Willie Colón, Ray Baretto y Johnny Pacheco, aportando su
autenticidad habanera a las fórmulas renovadoras de la nueva salsa.
Durante los años 70 y 80, el prestigio como vocalista de Cruz le
permitió colaborar con autores como Emilio Stefan o David Byrne.
Entre sus trabajos más recientes destaca su colaboración con Jarabe
de Palo. Celia Cruz ha grabado más de 70 álbumes, ha logrado tres
premios Grammy y ha sido nominada un total de doce veces. Su
carrera no sólo se ha centrado en el mundo de la música, también ha
participado en películas como «Los reyes del mambo», una adaptación
de la novela de Óscar Hijuelos.
En 1987, Hollywood le dio su estrella en el Paseo de la Fama.
Tres años más tarde, la Calle Ocho de Miami se pasó a llamar Celia
Cruz Way. La artista incluye su característico «Azúuuuucar» en
todas sus actuaciones. El grito de guerra de Cruz nació de una
anécdota. Ella y unos amigos pidieron un café y el camarero les
preguntó si querían azúcar, a lo que la cantante respondió que sí
porque era obvia la imposibilidad de tomar el café cubano sin que
fuera dulce. A partir de ese momento, la palabra entró a formar
parte del universo latino de Celia Cruz.
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