Es quizás el cantaor con más tirón popular de los últimos años, el
que más discos vende, y uno de los que más se atreve a hacer un
nuevo flamenco con raíz clásica que molesta a los llamados por el
propio artista flamencólicos. Esto son tal vez los motivos, y no
poco importantes, para que José Mercé repitiera por segundo año
consecutivo en la programación del Festival, hecho insólito.
Sin embargo, a la Unión, vino a cantar flamenco puro y duro;
acompañado tan solo, ¡y de que soberbia manera!, por su fiel
guitarrista Moraíto Chico. Y nada más salir al escenario ya tenía
al publico de su parte. Estos son las cosas del éxito. Sí, y el
éxito Mercé no lo ha ganado en ninguna «Operación Triunfo», ni
siquiera le ha tocado en una tómbola. Lo ha ganado a pulso. Comenzó
su actuación por soleá, y la continuó por alegrías. En esos
instantes el duende ya se estaba paseando por el austero escenario
con fondo negro. Y de repente se dejó ver en una trágica siguiriya,
especialmente en esa estrofa que dice: «Ay Curro de mis entrañas/
de mi corazón... Desde ese momento poseído por el duende, todo era
flamenquería, y por fandangos Mercé engatusaba a los espectadores,
arropado en cada momento por los toques precisos de Moraíto Chico,
a la antigua usanza.
El cantaor, que estaba muy a gusto, y dijo que éste era el
Festival más importante, se arrancó por bulerías y la fiesta se la
montó él solo.
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