El artista catalán Josep Riera i Aragó (Barcelona, 1954) inauguró
ayer en la sala Pelaires de Palma una exposición en la que muestra
su obra más reciente, una serie de piezas en las que continúa en su
línea artística, incorporando de manera mucho más evidente la
pintura. Riera i Aragó no exponía en Palma desde 1998, cuando lo
hizo en esta misma galería. La muestra está formada por una serie
de esculturas en bronce y pinturas de grandes dimensiones.
En ellas, vuelve con la temática habitual de su obra: aviones,
submarinos, barcas y las estelas de agua. Pero es la pintura lo que
más llama la atención de las obras que presenta en Palma. «La
pintura apareció con fuerza a raíz de una gran exposición que he
realizado en Atlanta. He pintado siempre, pero ahora lo hago con
más intensidad. También ha aparecido en las telas el color vivo y
estridente, un color que llegó a la escultura a finales de los años
90 y que no se ha incorporado a los cuadros hasta ahora», explica
este artista.
Josep Riera i Aragó, pese a ser más conocido por su faceta de
escultor, ha pintado durante los 30 años que lleva en la profesión.
«Lo que ha ocurrido es que este año lo he dedicado más a la pintura
que a la escultura. Antes la pintura sólo era un descanso en mi
faceta de escultor. Ahora me dedico a ella más a fondo, lo que ha
provocado que mi obra pictórica haya evolucionado rápidamente»,
asegura. Su pintura no es nada escultórica y sigue un camino muy
distinto al de la escultura, con colores planos y formas que
refuerzan su bidimensionalidad, pese a que la temática es la misma.
«Esta diferencia es sorprendente incluso para mí. Creo que la
escultura es forma y la pintura es color», declara.
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