El historiador Miguel Ferrer Flórez (Palma, 1922) acaba de publicar
«Desamortización eclesiástica en Mallorca (1835)». La Ley de
Desamortización fue aprobada por el ministro Mendizábal en 1835 y
se empezó a aplicar en 1836 y 1837. «La ley pretendía la
desamortización de los bienes eclesiásticos del clero regular -las
órdenes religiosas- y no afectó a los bienes del clero secular -los
capellanes-, que serían expropiados años más tarde», recuerda.
Tanto los bienes inmuebles como las fincas rústicas fueron
expropiados por el Gobierno y puestos a subasta. Las órdenes
religiosas perdieron así los conventos, las iglesias y las tierras.
«Si se hubiese hecho con mayor diálogo y más sentido común habría
ido mejor. La propia Iglesia no se oponía a la desamortización,
sólo quería que se realizase de otra forma, a otro ritmo. Así como
se hizo fue una equivocación», dice.
Ferrer recuerda que, una vez subastados y vendidos, en Palma
fueron derruidos el convento de Sant Domingo, de los frailes
dominicos, situado en la calle Conquistador; el convento de Sant
Francesc de Paula, de los frailes mínimos, situado en la plaza de
la Reina; el convento del Carme, de los carmelitas, situado en la
Rambla; y el convento de Jesús, de los observantes franciscanos,
situado al lado del Hospital Psquiátrico.
Se derribaron cuatro conventos de monjas de clausura: el
convento de Santa Maria de l'Olivar, de las clarisas urbanistas,
situado en la plaza del mismo nombre; el convento de Santa
Margalida, de las agustinas, situado en la calle Oms y del cual se
conserva la iglesia; el convento de la Consolació, de las
agustinas, situado en la plaza Quadrado, que aún hoy se conoce
popularmente como plaza de les mongetes; y el convento de Nostra
Senyora de la Misericòrdia, de las agustinas, situado donde hay
ahora el Banco de España.
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