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El belén monumental de las Caputxines no sólo resulta destacable por su valor histórico y artístico, sino que este conjunto barroco se ha erigido en motor de un proyecto de restauración e inventariado del patrimonio del monasterio que alcanza su máxima plenitud durante estas fiestas con su exposición anual. El Nacimiento, que las monjas han ido enmarcando durante siglos en una escenografía peculiar, se exhibe junto a «Un llegat humà per a ús diví. Ornaments litúrgics del Monastir de la Puríssima Concepció». Muy pronto, el convento formará parte de un circuito de visitas promovido por el Govern.

Desde 1996, cuando el belén monumental se expuso por primera vez al público, junto a una colección de belenes de vitrina, las Caputxines se han convertido en una cita ineludible de la Navidad «con un público fiel que agradece contemplar un patrimonio que, normalmente, no está a la vista», comenta Jaume Llabrés, quien, junto a Aina Pascual, coordina este proyecto. El tesón de ambos historiadores del arte; la buena disposición de las monjas; la entrada-donativo que se paga al acceder a la exposición y las subvenciones de instituciones públicas y empresas privadas (Govern, CIM, Cort, GESA, Rotarios y Fundació Sa Nostra) han permitido restaurar piezas históricas del convento; editar catálogos, encargados a expertos de distintas especialidades; salvaguardar el patrimonio artístico, etnológico, mobiliario, elementos de uso diario utilizados por las religiosas para sus labores e ir adecuando unas salas con acceso independiente que acogen las exposiciones.

Cuando Pascual y Llabrés entraron en contacto con la comunidad religiosa, las monjas ya no montaban este magnífico belén monumental, Bien de Interés Cultural (BIC). Desde entonces, se ha expuesto anualmente completado con muestras de joyería, cerámica, imaginería en barro, mobles per imatges, -escaparates, capelletes y campanas-, «para ofrecer un mayor atractivo a los visitantes», apunta Llabrés. Sólo un año, en que las subvenciones fueron más flojas, las Caputxines no pudieron sacar su patrimonio junto al belén. «Pero nos prestaron una colección privada de juguetes antiguos y siguió la tradición», añadió Llabrés.

En esta presente edición se puede ver el patrimonio textil del convento, -conservado en perfectas condiciones-, confeccionado por las monjas a partir de ricos tejidos que les regalaba la nobleza. «Las telas procedían de vestidos que ellas convertían en ornamentos litúrgicos». Todo este legado se puede visitar hasta el próximo 9 de enero.