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El Grup per l'Estudi de les Fortificacions de Balears (GEFB) acusa a las administraciones, el Ajuntament de Calvià y el Consell Insular de Mallorca, de «pasividad extrema» ante el estado de la torre de Cala Figuera, que continúa desplomándose con la consiguiente pérdida del patrimonio histórico y el peligro que corren los ciudadanos, especialmente los niños, que se acercan a la zona. Según Àngel Aparicio, responsable de esta asociación, pocos días antes de las fiestas navideñas, durante una visita al lugar comprobó que la fortificación había perdido nuevos elementos.

La torre de Cala Figuera, que nunca albergó artillería y fue utilizada para enviar señales, está construida a base de mampostería de piedra arenisca del lugar, trabada con mortero bastardo, con piezas de marés a modo de refuerzo. Es de estructura circular, con dos cuerpos y una terraza a la que se accede desde el interior de la cámara abovedada. El pasado mes de noviembre, el GEFB comunicó al CIM que «en estos días se ha producido un gran desplome en el inmueble». La primera llamada de atención de este grupo fue en 1997, cuando presentó ante el CIM un informe de los daños; un año más tarde, «atendiendo al aumento del deterioro del edificio y a que nada se había hecho por parte del Consell, nuevamente se solicitó su intervención con carácter de urgencia en previsión de males mayores. Era constatable un creciente deterioro y una pérdida considerable de masa en la base de la torre». Una «enorme brecha» en la zona del parapeto obliga al GEFB, en 2000, a solicitar la intervención de las autoridades insulares que, tras examinar la situación, optan por trasladar el expediente al Ajuntament de Calvià. Por el momento, todavía no se han tomado las medidas pertinentes, por lo que el GEFB califica la situación de extremadamente peligrosa.

Aparicio explicó que el GEFB «ante la pasividad del caso, solicita nuevamente a la Comisión de Patrimonio del CIM que actúe de oficio, dado que el caso así lo requiere, evitando cualquier tramitación burocrática (Ajuntament de Calvià, herederos de los terrenos, Ministerio de Defensa) que pudiera ralentizar de nuevo el proceso y que, de acuerdo con la Llei de Patrimoni, realice y ejecute un proyecto de restauración vía subsidiaria, con carácter extraordinario, para evitar el desplome total y la consiguiente pérdida de la torre».

El GEFB lleva varios años intentando que las instituciones se hagan cargo de la rehabilitación de la torre, catalogada Bien de Interés Cultural como edificación militar, que fue construida en 1579. En los últimos años, el deterioro de la misma ha sido evidente hasta el punto, dice Aparicio, de que «si vienen lluvias fuertes lo que queda en pie se acabará cayendo; hemos comprobado que en el interior se ha perdido el plomo, el nivel». Otro de los peligros que implica atañe al pozo exterior, a siete metros de la torre, «cuya cisterna no tiene cuello y supone una amenaza constante, ya que cualquier chaval de los que van por allí a jugar puede caer a su interior».