«La trompeta es un instrumento peculiar, con un abanico de sonidos
enorme». Pilar Calafell participa en el I Concurs Internacional de
Trompeta de Calvià. Es la única mallorquina y, también, la única
mujer. «Posee los tonos musicales que me gustan». Las semifinales,
celebradas ayer, llevaron a la final a Kirill Gusarov, Fernando Rey
y Manuel Blanco. Calafell ganó el Premi Pere Josep Cañellas a la
mejor interpretación de una pieza española.
«Me presenté al concurso para tener un objetivo cercano, no para
ganar». La intención: «Transmitir al público la pieza, la finalidad
de todo músico». Calafell se adentró en el mundo de la trompeta por
casualidad. «Vivía en Son Rapinya y, junto con mi hermana, asistí a
la banda de la barriada para apuntarme». El instrumento que le tocó
en suerte fue el fliscorno, muy parecido a la trompeta. De allí
pasó a su actual pasión. El conservatorio de Palma, el de Barcelona
y, después, el de París le convencieron de que quería dedicarse
profesionalmente a tocar la trompeta. «Sé que es difícil, sobre
todo en Mallorca, pero, como mínimo, lo habré intentado».
Prepararse las piezas que ha interpretado en el concurso significó
«mucho trabajo».
«La trompeta es como ser deportista, si no se ejercita el
diafragma, se oxida porque es muy vago». Hay que, diariamente,
«trabajar la técnica». La flexibilidad o la respiración deben
«mantenerse en forma» ya que, si no, «se pierden». De ahí que se
trate de un instrumento «muy sacrificado» y que «requiere mucho
tiempo y dedicación».
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