El equipo de arqueólogos que excava en Bellpuig (Artà) en el suelo
de la iglesia ha encontrado numerosos restos óseos que corresponden
a una docena de individuos de ambos sexos y diferentes edades,
niños, adultos y ancianos. En el laboratorio de Patrimonio Cultural
del Consell Insular, en la Misericòrdia, dos arqueólogas investigan
la procedencia de los mismos y su cronología.
Helena Inglada, directora de la excavación, explicó ayer que los
restos, cráneos y huesos, han salido «mezclados» y que los
esqueletos están «incompletos». De todas formas, mientras los
limpian, inventarían y estudian, Elena Conde y Tina Garau han
podido reconstruir la osamenta de un niño sin cráneo.
De momento, apuntan las tres expertas, resulta difícil la
datación de estos restos óseos, ya que antes de emitir conclusiones
deben relacionarlos con el material arqueológico y estatigráfico.
«Podemos decir que son del XIX para abajo en un sentido muy
amplio», comentaron. La última pavimentación del suelo de la
iglesia fue en 1845. Las tres expertas no quieren aventurar
hipótesis, pero se hacen algunas preguntas. En 1820 hubo una peste
en la zona. ¿Podrían corresponder estos huesos a personas que la
padecieron? Como decimos, es una interrogación porque, como
hipótesis, «resultaría aún muy aventurada». Conde y Garau apuntaron
que «el estudio de los huesos forma parte del estudio arqueológico
de Bellpuig», excavación llevada a cabo en varias fases de la que
la actual será la última.
«Una vez finalizada la excavación tendremos que reunirnos todos
para poner en común los análisis de cada grupo que ha trabajado
allí». Las arqueólogas que manipulan los huesos comentan que por
sus manos han pasado 10 cráneos, «pero hay más individuos» y que
algunos aparecieron fracturados «por culpa de la humedad». El
material se halló tan removido «que incluso dentro de un cráneo
encontramos restos de rótula», dicen. Otros «presentaban
malformaciones y huellas de traumatismos, como un golpe en la
cabeza, artrosis». Los huesos permanecen en cajas y bolsas mientras
ellas los analizan con sumo cuidado. «Lo primero de todo ha sido
cepillarlos para quitarles la tierra», único tratamiento de
limpieza al que son sometidos. Los arqueólogos descubrieron los
huesos en dos fosas «que se habían hecho aprovechando oquedad de la
roca».
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