Pere A. Serra explica a los presentes parte de la exposición.

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Desde Mallorca han llegado a Donosti unas 140 piezas de un centenar de autores, entre ellas, dos fantásticos desnudos femeninos de René Magritte y Pablo Picasso; varias obras de Joan Miró; espléndidos dibujos a lápiz de Paul Gauguin, Julio González, Balthus, Paul Klee, Vassily Kandinsky, Alberto Giacometti o Amadeo Modigliani; esculturas de Alexander Calder, Man Ray, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Anthony Caro, Rafael Canogar, Lucio Fontana, Pablo Palazuelo, Magdalena Abakanowicz, Cristina Iglesias, y una pieza-objeto de Rebeca Horn. La lista es larga e incluye nombres fundamentales al explicar la evolución del arte en el siglo XX, desde las vanguardias hasta los movimientos finales de la centuria.

La muestra fue presentada en una rueda de prensa a la que asistió Pere A. Serra, presidente del Grup Serra, que en su faceta de coleccionista respondió a las preguntas de los periodistas sobre el origen de la colección, su relación con Miró y otros artistas, su opinión sobre Oteiza y Chillida, maestros vascos de la escultura, que con dos imponentes piezas presiden la entrada de la ría de San Sebastián, o sobre el museo de titularidad pública Es Baluard, de cuyo fondo forma parte su colección. Pere A. Serra estuvo acompañado por Xabier Zabaleta, director de Comunicación de Kutxa, la Caja de Ahorros de Guipúzcoa, propietaria de la Sala Kubo del Kursaal; Marivi Arcaya, directora de este espacio inaugurado hace dos años por Jorge Oteiza, fallecido esta semana, y por Dolores Durán, comisaria de la exposición.

Xavier Zabaleta presentó la muestra como «una selección de los autores más notables del siglo pasado», y Marivi Arcaya explicó que «De Montparnasse a la idea pura» responde «al proyecto de la sala, orientada al arte moderno y contemporáneo, ya que esta colección nos ofrece un recorrido por los principales movimientos de un siglo marcado por la ruptura». «Es la primera vez que esta colección se exhibe en público con tanta amplitud y, seguramente, será la última que se pueda ver este montaje, pues las obras se incorporarán al nuevo museo que se abrirá en Palma», añadió. Fue una rueda de prensa multilingüe que transcurrió en vasco, castellano y catalán.

La exposición comienza en 1874, cuando en París se abre el Salón de los Independientes por iniciativa de los artistas que se rebelaban contra la tradición y el academicismo, y finaliza en los creadores de la década de los ochenta con pintores como José María Sicilia y José Manuel Broto. En ella hay mallorquines como Juli Ramis, Joan Bennassar, Jakober & Vu o Aligi Sassu. Pere A. Serra explicó dos ausencias. Una, la de Miquel Barceló, «del que tenemos tres cuadros, uno está en el IVAM de Valencia, prestado para una gran exposición; el otro, de gran tamaño, no conseguimos sacarlo de mi casa -hubiéramos tenido que romper una pared-, y el tercero no ha venido porque tiene menos interés». También le hubiera gustado incorporar «un abecedario de Miró, pero está en otra colectiva en Berlín».

La relación del coleccionista con Miró suscitó la curiosidad de la prensa y tuvo que relatar anécdotas sobre su amistad con el artista. «Le conocí en 1957, cuando leí en el 'Times' que se iba a construir un taller en Palma». A partir de ahí se hicieron amigos. «Yo iba a verle todos los sábados por la tarde, hablábamos de muchas cosas y le encantaba que le contara chistes sobre Franco». También habló de cómo se llevó adelante el proyecto de Es Baluard, cuya maqueta se exhibe en el Kursaal. De su situación, las características del Baluard de Sant Pere y su recuperación para la cultura y para la ciudad. «Más importante que el propio museo es que este sitio bellísimo, que durante siglos ocuparon los militares, y luego las ratas y la suciedad, ahora será de los ciudadanos». «Se gestó durante muchas conversaciones, votaciones... Lo más difícil resultó poner de acuerdo a las instituciones públicas y a los distintos partidos que las gobiernan, pero se consiguió».

Durante la visita, Dolores Durán explicó los ejes básicos de la exposición. Por un lado, «la representación de las posturas más geométricas e intelectualizantes y, por otro, la visión expresionista y más directa del sentimiento». En esta inmersión en el arte del XX se ofrece una propuesta «tanto cronológica como estética» a través de la pintura, cerámica, escultura, obra sobre papel y dos espacios diferenciados para Miró y Picasso.