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Rodeado de la plana mayor del Govern balear y del Consell de Mallorca y de una muchedumbre dispuesta a ver, tocar o besar al artista, Miquel Barceló inauguró ayer en sa Llonja la última de las exposiciones que ha realizado en las tres Islas bajo patrocinio de la Fundació Balears 21. Fue la de ayer una de las inauguraciones más multitudinarias que se recuerdan en los últimos años. El president Francesc Antich presidió el acto, acompañado de la presidenta del Consell, Maria Antònia Munar, y los consellers Celestí Alomar, Damià Pons, Aina Salom o Pere Sampol. También estuvo presente el president del Parlament, Maximilià Morales o los candidatos a Cort Eberhard Groske y Toni Roig.

La muestra, 21 pinturas de gran formato que recorre su trabajo entre 1983 y 2002, entusiasmó a la mayoría de los asistentes, que en líneas generales destacaron la calidad de la selección de obras y el espacio en el que se mostraban. En este sentido se expresaron el pintor Ñaco Fabré, que dijo que «es una oportunidad fantástica para ver a Barceló en Palma», y Nils Burtwitz, que destacó el conjunto de las obras. La coleccionista Jerónima Sastre se declaró entusiasmada. «Desde el principio sabía que Barceló era un genio», dijo. Miquel Alenyar aseguró que «la selección es buena, pero está incompleta». Destacó también el «compromiso y la difícil ejecución de las obras, lo que las hacen discutidas».

El escultor Joan Costa definió la exposición como «una maravilla», mientras que la galerista Jero Martínez destacó el buen montaje de la muestra. El crítico Fernando Francés explicó que «la muestra ha querido ser un recorrido didáctico por 20 años de Barceló, aunque la calidad de su obra sobrepasa el tamaño de la exposición, que es perfecta pero este artista es más». Pere Bennàssar, pintor de Felanitx, apuntó el hecho de que «Barceló haya podido romper tantas barreras».