-¿Qué nos puede contar de la escultura en la que está
trabajando -Está siendo una experiencia fantástica. La
escultura tendrá un tamaño de cinco metros de alto, 70 de anchura y
40 de fondo. Antes de empezar a trabajar sólo había visto una
fotografía de la pieza, pero la imagen no muestra muchas de las
características de este elemento, así que cuando la vi tuve que
reinventar la escultura, pese a que había venido con el modelo.
Estoy muy agradecida con la gente de Calizas, porque han demostrado
tener mucha flexibilidad y sensibilidad con el arte.
-¿En qué fase del proceso se encuentra la
escultura? -Está sin acabar, porque los cortes se han de
llevar a cabo con una máquina muy grande y tendré que llevar la
piedra a su forma, porque la roca y yo estamos inmersos en un
combate. Una vez cortada la pieza como yo quiero, volveré y la
acabaré. El resultado, pese a que no la concebí así, se parecerá a
un altar pagano, en el mejor sentido del término. Creo que el
carácter de la pieza es como el de los españoles: independiente. Y
esto tiene un significado simbólico para mí.
-Crea la escultura en un bloque de pizarra. ¿Había
trabajado nunca con este material? -No. Había trabajado
mucho la piedra, pero nunca en pizarra. Quería trabajar con una
piedra negra, y no pensé en el granito. Lo único que sabía era que
quería material oscuro. Pero yo creo en los accidentes divinos,
como cuando se da algo inesperado. Quería un material que se
pudiera deshojar, y cuando llegué y vi la piedra me di cuenta de
que la naturaleza ya lo había hecho.
-Palma es una ciudad con muchas esculturas. ¿Qué piensa
del arte público? -He hecho muchas esculturas públicas y
he observado siempre el mismo comportamiento en la gente. Si les
das una cosa que no han visto nunca, automáticamente la rechazan,
la odian. Pero una vez se sienten cómodos con ella, se vuelven
posesivos. Si quieres una buena escultura has de poner a la gente
nerviosa, les has de dar algo nuevo.
-Se inició en el mundo del arte con la pintura, ¿qué le
hizo pasar a la escultura? -Cuando pintaba hacía pequeñas
esculturas que no consideraba arte. Pero en torno a 1960 hicimos un
largo viaje por el mundo y en Camboya me impresionaron unas
inmensas esculturas entre los árboles. En aquel lugar entró una
pintora y salió una escultora. La pintura es más continua y la
escultura es como un reto. Los dos son muy físicos, pero en la
escultura cuando eliminas algo no puedes volver atrás.
-¿Se ha sentido discriminada en el mundo del arte por
ser mujer? -Cuando empecé con las grandes esculturas no
sabía que era una mujer, fue más tarde cuando lo aprendí. Por
encima de todo tengo que decir que soy una artista, porque no creo
en el significado de la palabra mujer para calificar a una
artista.
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