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«Quiero traer un mensaje de paz en lugar de balas». Chavela Vargas sigue, a sus 84 años, impecable. «La música sostiene al mundo», asegura, y, para demostrarlo, iniciará esta noche en el pabellón Galatzó de Calvià su gira europea. «Donde voy, voy a cantar». Portadora de las canciones mexicanas por todo el mundo, «tienen un mensaje especial», Vargas afirmó haber aprendido «a base de golpes». «El camino del arte está lleno de espinas pero es glorioso y hermosísimo». El hecho de ser mujer, y una mujer rebelde, no le facilitó el camino. «Ponerse pantalones, fumar y no digamos beber en 1940 era una auténtica ofensa».

Su aventura con el alcohol le marcó para siempre. Durante 20 años, fue «una señora muy borracha». Sin embargo, un día tocó fondo. «Me encontré sola y descolgando el teléfono para que nadie se enterara de mi situación». Tenía «una enfermedad del alma» que necesitaba cura. Y se curó. «No me arrepiento de nada de lo que he hecho en mi vida».

Después de sufrir «una enfermedad del alma», descubrió que podía subirse a un escenario «sin beber ni una gota de alcohol». Tras 40 años en la música, reconoce no sentir «el mismo sentimiento» al cantar las canciones de siempre. «Pero siempre las cantó como si en realidad me estuvieran dejando». Todas con un objetivo: «Lo que intento aportar al mundo es un mensaje de paz aunque a veces no me hacen caso». Un objetivo difícil de alcanzar. «Tengo una paz lograda a base de dolor».