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Tras dos años de trabajo, el artista Joan Sastre (Selva, 1961) muestra por primera vez el resultado de una investigación que relaciona las sensaciones físicas con la estética. Bajo el título «Por bonito que sea...», mañana inaugura una exposición en la galería Aele (Evelyn Botella) de Madrid, una veterana de la capital.

«Traslado todo al campo de las sensaciones», explicaba ayer Joan Sastre. «Trabajo desde los sentidos al campo de la estética».

Al artista le interesa «jugar con la percepción que un extraño tiene de mi obra». Por eso plantea al espectador situaciones que le enfrentan «con todo lo que tiene aprendido». Estos conceptos se entienden si explicamos que «Por bonito que sea...» está integrada por una colección de telas que parten de la fotografía. El artista ha fotografiado deposiciones, excrementos, que «descontextualizo y coloco en otro espacio», el cuadro. El resultado son imágenes abstractas que entroncan con el expresionismo americano de la segunda mitad del siglo XX. «Quiero demostrar que cualquier trozo de la realidad puede ser bonito, estético; como cuando trabajé sobre las matances, una sobrasada puede ser estética además de sabrosa».

Con esta actitud, y unas obras «híbridas, mezcla de fotografía y pintura», Joan Sastre propone al público «que vea de otra forma, que lea de manera distinta a lo que tenemos aprendido; por ejemplo, una puesta de sol siempre es bonita porque lo hemos asumido; también las obras que presento en Madrid pueden parecer bonitas y hasta decorativas, pero esta percepción seguro que cambia si el público sabe que son deposiciones, rechazará ese contenido por lo aprendido del olfato, porque existe un prejuicio que no te deja ver la parte estética».